Es un hecho que los temores son generados desde nuestro interior y nosotros mismos nos anticipamos al futuro y nos provocamos ansiedad.
Distinguir entre el mundo exterior e interior nos ayuda a comprender que podemos decidir ir por aquello que es más positivo de nuestro entorno y hacerlo todo más agradable. Incluso incrementando nuestro contacto con la naturaleza, empezando por nuestro cuerpo.
Y al interior ir detectando, con mayor claridad, los recuerdos y pensamientos o imágenes que nos asustan, para eliminarlos. Y tratar de quedarnos con lo mejor de los dos mundos.
Es un acto de libertad, que hay que practicarlo de una forma constante y así disfrutar más de lo que somos capaces de crear y dejar de vivir como víctimas del mundo en el que vivimos.