Salmo 107:28 *En su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de su aflicción. Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar. Ante esa calma se alegraron, y Dios los llevó al puerto anhelado.*
Nadie puede apreciar y entender tanto esta ilustración narrada en este Salmo, como David que lo experimentó en carne propia. Pero qué curioso y lamentable a la vez, que Dios recibe llamadas de auxilio con más frecuencia de las personas afligidas, que de las que gozan de aparente bienestar y tranquilad sintiéndose fuera de peligro. El Señor Jesucristo manifestó, que la adversidad fue permitida en el creyente, como en el caso de la muerte y resurrección de Lázaro (Juan 11:40), o la multiplicación de los peces y los panes en la alimentación de los 5000 (Mateo 14:13), para que el Padre fuera glorificado. Por eso el apóstol Santiago dijo en el capítulo 1 de su carta: *Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada”* Muy buen consejo de Santiago, para que vivamos nosotros los momentos difíciles confiados en que nuestro Dios todopoderoso, extenderá su mano para sacarnos del tormentoso mar, a aguas tranquilas y así poder reconocer su poder y gloria.