El retorno del curso político y económico está marcado por el desafío del control social y la lucha por la libertad. Uno de los grandes problemas actuales es la desinformación, una amenaza que muchas personas no perciben. Este contexto favorece a organismos internacionales que implementan modelos de control social, especialmente en lo que respecta a la libertad de expresión y lo que se permite decir o no en plataformas públicas.

Se señala que la censura es percibida como algo positivo en algunos sectores, lo que ha generado tensiones en redes sociales como X. La batalla en torno al uso del efectivo en las redes no es realmente una cuestión de cultura financiera. De hecho, si la situación económica real se hiciera más pública, la gente tomaría conciencia de su verdadera condición económica y de la realidad del país. A pesar de que la educación financiera debería ser clave, no es una prioridad para los gobiernos, que no tienen interés en fomentarla.

En este escenario, aunque se apoya el avance tecnológico, el efectivo sigue siendo la última herramienta para preservar la privacidad en las transacciones diarias. En España, prohibir el uso del efectivo es ilegal, y el economista advierte sobre los peligros del euro digital y las monedas digitales de bancos centrales (CBDC), que podrían poner en peligro la libertad personal al permitir un control exhaustivo del gasto de cada individuo.

Si se pierde la libertad tanto del dinero como de la información, se estaría entrando en un escenario distópico. A nivel económico, se destaca que, aunque técnicamente no haya una recesión, la situación es preocupante. Hay doce millones de personas con ingresos por debajo de los 900 euros, y un 26% de la población se encuentra en riesgo de exclusión social, lo que genera un impacto significativo en el bienestar de la ciudadanía.