Evangelio Del Día Lunes 30 de Enero | Jesús Nos Salva | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 30 DE ENERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde IV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo III IV Semana...
show moreLITURGIA - 30 DE ENERO DE 2023
Ciclo A - Año I - Color Verde
IV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo III
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Hebreos 11, 32-40
Salmo 30
Evangelio Marcos 5, 1-20
“Espíritu inmundo, sal de este hombre”
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
Los prodigios de la fe
Bien sabemos por las primeras lecturas de los días anteriores que todo el capítulo 11 de esta Carta a los Hebreos es una exaltación de la fe y el relato de los prodigios que por medio de ella realizan personajes clave del Antiguo Testamento. En el pasaje de hoy, el autor de la carta nombra también a personajes importantes y cita de manera global algunos de los prodigios que hicieron, sin especificar lo de cada uno de ellos.
En un segundo momento, el pasaje de hoy cambia su línea, y sin citar nombres, nos habla de los que por vivir su fe sufrieron severos castigos y fueron martirizados. De entrada, nos sorprende un poco oír lo que se dice de estas personas: “todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido; Dios tenía preparado algo mejor para nosotros, para que no llegaran sin nosotros a la perfección”. Algunos exegetas tratan de explicarnos que han tenido que esperar a la llegada de Cristo, el Hijo de Dios, el que nos ha conquistado la salvación para todos con su muerte y resurrección, para disfrutar de la promesa que encerraba “la perfección”, que podemos traducir por la vida de total felicidad en el cielo.
Espíritu inmundo, sal de este hombre
Jesús vino para regalarnos “vida y vida en abundancia”, para que pudiésemos disfrutar de la alegría de vivir. En todas sus palabras, en todas sus indicaciones busca esta finalidad. El enemigo principal que tenemos para ello es el mal. El mal es lo que hace daño al hombre y le roba su alegría. Es lo contrario al bien, a la bondad. Este es el mal en abstracto, que luego se concretará en diversas acciones que podemos cometer dejándonos guiar por el mal. Y también hay un personaje que encarna el mal, el demonio, “el espíritu inmundo”, que busca que vivamos por su camino.
El evangelio de hoy nos habla de “un hombre poseído de espíritu inmundo”, que era el que dirigía su vida, una vida nada agradable. “Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritándose e hiriéndose con piedras”. Se encontró con Jesús, el que predica y hace el bien, que se atrevió a decirle: “Espíritu inmundo, sal de este hombre”. Pero ese espíritu inmundo, que era “legión”, al suponer que iba a ser expulsado de aquel hombre le pidió que le dejara en aquella comarca, metiéndose en una gran piara de cerdos que estaban “en la falda del monte”. Y esta piara de cerdos se abalanzó acantilado abajo y se ahogaron en el lago. Esta terminación de la muerte de los cerdos nos deja un tanto perplejos. Pero lo que no nos deja perplejos, y es con lo que nos tenemos que quedar es el poder de Jesús de luchar y vencer al mal, en contra del “espíritu inmundo”.
Centrándonos en nuestra vida. Sabemos de la presencia del mal, venga de donde venga, en nuestra vida, el que intenta que no sigamos a Jesús como le hemos prometido. Acabamos de ver el poder de Jesús sobre el mal, sobre el espíritu inmundo. Ya sabemos a quién tenemos que acudir cuando ronde nuestro corazón.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta a los Hebreos
Heb 11, 32-40
Hermanos: ¿Para qué seguir hablando sobre el poder de la fe? Me faltaría tiempo, si tuviera que exponer en detalle lo que hicieron Gedeón, Baruc, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Por su fe, ellos conquistaron reinos e hicieron justicia, lograron que se fueran cumpliendo las promesas divinas, cerraron las fauces de los leones, dominaron la violencia del fuego, se salvaron del filo de la espada, vencieron las enfermedades, fueron valientes en la guerra y pusieron en fuga a los ejércitos extranjeros.
Hubo también algunas mujeres, que por su fe obtuvieron la resurrección de sus hijos muertos. Muchos, sometidos a las torturas, prefirieron no ser rescatados, para alcanzar así la resurrección. Unos sufrieron escarnios y azotes, cadenas y cárcel. Otros, fueron apedreados, aserrados, torturados y muertos a espada; anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, faltos de todo, pasando necesidad, apuros y malos tratos. Esos hombres, de los cuales no era digno el mundo, tuvieron que vagar por desiertos y montañas, por grutas y cavernas.
Sin embargo, todos ellos, aunque acreditados por su fe, no alcanzaron a ver el pleno cumplimiento de la promesa: es que Dios había dispuesto para nosotros algo mejor y no quería que ellos llegaran, sin nosotros, a la perfección.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 5, 1-20
En aquel tiempo, después de atravesar el lago de Genesaret, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo, que vivía en los sepulcros. Ya ni con cadenas podían sujetarlo; a veces habían intentado sujetarlo con argollas y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba las argollas; nadie tenía fuerzas para dominarlo. Se pasaba días y noches en los sepulcros o en el monte, gritando y golpeándose con piedras.
Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a correr, vino a postrarse ante él y gritó a voz en cuello: “¿Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes”.
Dijo esto porque Jesús le había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre. Entonces le preguntó Jesús: “¿Cómo te llamas?” Le respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había allí una gran piara de cerdos, que andaban comiendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaban a Jesús: “Déjanos salir de aquí para meternos en esos cerdos”. Y él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y todos los cerdos, unos dos mil, se precipitaron por el acantilado hacia el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron lo sucedido, en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al antes endemoniado, ahora en su sano juicio, sentado y vestido. Entonces tuvieron miedo. Y los que habían visto todo, les contaron lo que le había ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos. Ellos comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca.
Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el Señor contigo”. Y aquel hombre se alejó de ahí y se puso a proclamar por la región de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos los que lo oían se admiraban.
Oración
Señor Dios, que por medio de tu Espíritu Santo, despiertas en nosotros el don de la fe, ayúdanos a ser fieles a ti y dóciles a tu palabra para vivamos iluminados por esa presencia tuya que nos da la certeza de que siempre estás a nuestro lado, comunicándonos la vida y despertando en nosotros la esperanza que se funda en que siempre cumples tus promesas, que jamás desoyes nuestras oraciones y de que nunca abandonas a los que confían en ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Acción
El día de hoy, aunque todo parezca ir en contra mía, tendré la confianza de que Dios nunca me abandona, y así se lo haré saber a quienes al toparse conmigo, muestren dudas o temores, porque sé que Dios siempre está a mi lado..
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