Evangelio Del Día Lunes 6 de Febrero | Jesús Libera y Sana | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 06 DE FEBRERO DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Verde V Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo III I Semana...
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Ciclo A - Año I - Color Verde
V Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo III
I Semana del Salterio
Primera Lectura Génesis 1, 1-19
Salmo 103
Evangelio Marcos 6, 53-56
“Le llevaban los enfermos”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Cómo yo recibo la redención, el perdón que Dios me ha dado, el hacerme hijo con su Hijo, con amor, con ternura, con libertad». Sin nunca esconderme «en la rigidez de los mandamientos cerrados que siempre, siempre, son más seguros —entre comillas— pero no te dan alegría, porque no te hacen libre». Cada uno de nosotros —es la sugerencia de Papa— «puede preguntarse cómo vive estas dos maravillas: la maravilla de la creación y la todavía más maravilla de la re-creación». Con la esperanza de «que el Señor nos haga entender esta cosa grande y nos haga entender lo que Él hacía antes de crear el mundo: amaba. Que nos haga entender su amor hacia nosotros y nosotros podamos decir —como hemos dicho hoy— “¡Eres muy grande, Señor, gracias, gracias!”». Y «sigamos adelante así». (Santa Marta, 6 febrero 2017)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
Al principio creó Dios el cielo y la tierra
Estamos ante el Génesis, el primer libro de la Biblia, donde el autor sagrado quiere ofrecernos verdades vitales claves sobre el mundo y el hombre. No pretende darnos un relato científico con todos sus pormenores. Con su lenguaje típico y poético, entre las lecturas de hoy y de mañana, nos asegura que Dios es el Creador del cielo y la tierra, de todos sus habitantes y, por supuesto, del hombre.
Estamos ante el comienzo de la historia de amor de Dios hacia el hombre. Una historia de amor que tendrá su punto más alto en el envío de su propio Hijo hasta nosotros. ” Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito”. Jesús, el Hijo de Dios, es el gran regalo de Dios a toda la humanidad. Jesús, nuestro mejor amigo, es para nosotros el que nos señala el camino por donde hemos de caminar, el camino verdadero donde vamos a encontrar el sentido de nuestra vida. Una vida donde vamos a poder disfrutar ya en la tierra, en medio de nuestras limitaciones, de la alegría de vivir, antes que nos conceda después de nuestra muerte y resurrección, gozar de una vida de total felicidad y para siempre.
La historia de amor de Dios con nosotros empieza con nuestra creación y termina en la felicidad plena y para siempre en el cielo.
Le llevaban los enfermos
El evangelio de hoy se sitúa en Genesaret, cuando Jesús ya está de lleno en lo que llamamos su vida pública, cuando Jesús ya ha predicado su buena nueva en diversos lugares y ha curado a bastantes enfermos. Su fama se ha extendido de un lado a otro. Y allí donde va acuden muchos a él para escuchar su palabra y que cure a los enfermos.
En principio, lo que más sobresale es la curación a los enfermos. “En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos”.
Bien sabemos que entonces y ahora Jesús no busca solo la curación de los enfermos de sus dolencias físicas. Busca, ante todo, para que sus oyentes “tengan vida y vida en abundancia”, que acepten su evangelio, su buena noticia, cuyo núcleo está en el reino de Dios. Busca que sus oyentes acepten a Dios como Padre y Rey y Señor de sus vidas. Que le dejen reinar en sus corazones para que guíe todos sus pasos.
De esta manera, nuestro corazón irá al ritmo del corazón de Jesús, y tendremos sus mismos sentimientos y sus mismas actitudes. Es el milagro de la transformación del hombre viejo al hombre nuevo. Cristo nos hace vivir mejor.
LECTURA DEL DÍA
Comienzo del libro del Génesis
Gn 1, 1-19
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era soledad y caos; y las tinieblas cubrían la faz del abismo. El espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: "Que exista la luz", y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. Llamó a la luz "día" y a las tinieblas, "noche". Fue la tarde y la mañana del primer día.
Dijo Dios: "Que haya una bóveda entre las aguas, que separe unas aguas de otras". E hizo Dios una bóveda y separó con ella las aguas de arriba, de las aguas de abajo. Y así fue. Llamó Dios a la bóveda "cielo". Fue la tarde y la mañana del segundo día.
Dijo Dios: "Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo lugar y que aparezca el suelo seco". Y así fue. Llamó Dios "tierra" al suelo seco y "mar" a la masa de las aguas. Y vio Dios que era bueno.
Dijo Dios: "Verdee la tierra con plantas que den semillas y árboles que den fruto y semilla, según su especie, sobre la tierra". Y así fue. Brotó de la tierra hierba verde, que producía semilla, según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla, según su especie. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del tercer día.
Dijo Dios: "Que haya lumbreras en la bóveda del cielo, que separen el día de la noche, señalen las estaciones, los días y los años, y luzcan en la bóveda del cielo para iluminar la tierra". Y así fue. Hizo Dios las dos grandes lumbreras: la lumbrera mayor para regir el día y la menor, para regir la noche; y también hizo las estrellas. Dios puso las lumbreras en la bóveda del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche, y separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. Fue la tarde y la mañana del cuarto día.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Mc 6, 53-56
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret.
Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.
A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.
Oración
Señor, qué grandes son tus obras, grandes son tus maravillas; con tu palabra has creado y dado orden a todo cuanto existe, y en tu infinita bondad me has dado vida, soy hechura de tus dedos. No permitas, Dios mío, que pierda mi capacidad de asombro ante las cosas que parecen ordinarias, como el amanecer, o la cantidad de estrellas en el firmamento, porque todo lo haces nuevo cada mañana, así te pareció bien.
Acción
Hoy me detendré unos minutos ante alguna obra de la creación y daré gracias a Dios, comprometiéndome a cuidar mi medio ambiente, porque todo es don divino.
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