Evangelio Del Día Martes 20 de Diciembre | Ven Pronto Hijo De David | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 20 DE NOVIEMBRE DE 2022 Ciclo A - Año I - Color Morado Ciclo A - Año I - Color Morado IV Semana del Tiempo de...
show moreLITURGIA - 20 DE NOVIEMBRE DE 2022
Ciclo A - Año I - Color Morado
Ciclo A - Año I - Color Morado
IV Semana del Tiempo de Adviento
Liturgia de las Horas Tomo I
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 7, 10-14
Salmo 23
Evangelio Lucas 1, 26-38.
“Se llamará Hijo del Altísimo y su reino no tendrá fin”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
«Alégrate», dice a la Virgen. En una aldea perdida de Galilea, en el corazón de una joven mujer desconocida para el mundo, Dios enciende la chispa de la felicidad para todo el mundo. Y hoy el mismo anuncio va dirigido a la Iglesia, llamada a acoger el Evangelio para que se convierta en carne, vida concreta. Dice a la Iglesia, a todos nosotros: «Alégrate, pequeña comunidad cristiana, pobre y humilde aunque hermosa a mis ojos porque deseas ardientemente mi Reino, tienes sed de justicia, tejes con paciencia tramas de paz, no sigues a los poderosos de turno, sino que permaneces fielmente al lado de los pobres. Y así no tienes miedo de nada sino que tu corazón está en el gozo» (Ángelus, 16 diciembre 2018)
Reflexión del Evangelio de hoy (Sor Mª Montserrat Román Sánchez, OP.)
El Señor, por su cuenta, os dará una señal
En el libro de la Sabiduría leemos: Amad la justicia, los que regís la tierra, pensad correctamente del Señor y buscadlo con corazón entero. Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían.(Sb 1,1-2). El rey Ajaz es la personificación contraria a este texto del libro de la Sabiduría. Ajaz es un rey incrédulo, idólatra e hipócrita. Teme la amenaza de Israel que se ha aliado con Siria y quiere atacar a Judá. Pero Dios lo tranquiliza y le hace saber, por boca de Isaías (7, 4-10), que no debe temer porque esa amenaza no se llevará a cabo. Ajaz no se fía de Dios y pide ayuda a Egipto.
El tema central de toda la profecía de Isaías es el conocimiento del Señor y su proyecto de salvación, y ese conocimiento del Señor y su proyecto nos lleva a la fe y a la confianza plena en el Señor. Él es el Dios con nosotros, que nos libra y nos salva y no necesitamos otros diosecillos ni reyezuelos en nuestra vida.
Dios sabe que Ajaz duda de Él, al igual que conoce también nuestras dudas y nuestra falta de fe. Él no nos pide una fe de “carbonero” como se suele decir, sino que Él fundamenta su Palabra con signos y prodigios y es fiel a sus promesas. Por eso, ante la duda de Ajaz le insiste en que pida una señal y Él se la dará. Y ahí es cuando entra en juego la hipocresía de Ajaz, que sabiéndose un idólatra e incrédulo, muestra a Dios una falsa piedad: no la pido, no quiero tentar a Dios… Él conocía la ley del Señor: Lo encuentran los que no exigen pruebas, y se revela a los que no desconfían(Sb 1,2), pero no vivía según esa ley. ¡Cuántas veces nosotros actuamos de ese modo! Conocemos su Palabra, conocemos su voluntad pero vivimos al margen de Él, pero Dios no vive al margen de nosotros, sino que sale a nuestro encuentro a pesar de nuestra cerrazón y ceguera llevando a cabo su plan de salvación.
Por eso, Dios le da una señal para que crea porque Él ama a su pueblo y está dispuesto a salvarlo de todos sus enemigos. Así mismo actúa con cada uno de nosotros. Él nos ama, y a pesar de nuestra falta de fe, es el Dios con nosotrosy viene a salvarnos de nuestros enemigos: el pecado y la muerte.
El salmo responsorial nos dice quiénes recibirán la bendición del Señor: los de manos inocentes y puro corazón que no confían en los ídolos ni juran contra el prójimo en falso. Vivamos al amparo del Altísimo, acerquémonos a Él con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura. Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa. Fijémonos los unos en los otros para estimularnos a la caridad y a las buenas obras.(Hb 10, 22-24)
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo y su reino no tendrá fin
El Señor es fiel a su Palabra y cumple sus promesas. Anunció por boca de Isaías que una virgen concebiría y daría a luz un hijo y le pondría por nombre Emmanuel, Dios con nosotros. En el evangelio de hoy, vemos cumplida esa palabra y a María que se fía plenamente de Dios.
El pueblo de Israel esperaba un Mesías Salvador. Nosotros aguardamos también al Salvador que nos libre de todo mal; que dé respuesta a tanto sin sentido que hay en nuestra vida y en nuestro mundo. Un Príncipe de la paz que instaure la paz y la justicia tan ausentes en nuestra realidad. Pero tal vez el Dios que esperamos no es el Dios que viene y no sabemos reconocerlo.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y su reino no tendrá fin.Dentro de cinco días lo contemplaremos débil y pequeño, pobre entre los pobres… Nuestras categorías humanas no encajan con el designio de Dios, con sus pensamientos y sus planes. Su grandeza está en su humildad, en su abajamiento para ser y estar entre nosotros y poder ser asequible a todo el mundo: ricos y pobres, grandes y pequeños. Su trono es la Cruz, donde, dando su vida por amor a nosotros, venció al pecado y a la muerte e instauró su Reino en el que, servir es reinar. Tenemos que reconocer que nuestra falta de fe y de esperanza se debe a que, esperamos a un Dios tan distinto… ¿Qué Dios esperamos y qué esperamos de Dios?
Pero también Dios nos espera a nosotros y espera de nosotros. Nos muestra su plan de salvación y nos pide una respuesta, espera de nosotros nuestra colaboración. Viene a nuestro encuentro, llama a nuestra puerta y espera que abramos para entrar y cenar con nosotros (Ap 3,20).
En el oficio de lecturas de este día 20 de diciembre, leemos una bella homilía de San Bernardo sobre las excelencias de la Virgen María. Es una homilía al texto del evangelio de hoy y está titulada: Todo el mundo espera la respuesta de María.Sí, todo el mundo espera el SÍ de María, porque gracias a esa respuesta fue posible la Encarnación del Verbo. Pero, sobre todo, es el mismo Dios quien espera esa respuesta, y así lo muestra San Bernardo en esta homilía con estas palabras: Da pronto tu respuesta. Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna. María se fió de esa Palabra, lo supo reconocer, lo aceptó y respondió: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra.
Hoy, como a María, el Señor viene a nosotros y nos pide que acojamos su Palabra, la hagamos vida en nosotros, para que siga naciendo entre nosotros y se manifieste a través de nuestras obras. ¿Cuál y cómo será tu respuesta?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 7, 10-14
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo: “Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto”. Contestó Ajaz: “No la pediré. No tentaré al Señor”.
Entonces dijo Isaías: “Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, quieren cansar también a mi Dios? Pues bien, el Señor mismo les dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.
María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia
Oración
Señor, que mi ser lleno de tu presencia sirva para que ilumines al mundo y lo lleves hasta la plenitud de tu amor, yo te ratifico mi disposición de ser tu instrumento; úsame como quieras, Señor, y santifícame.
Acción
Este día seré muy consciente de que mi ser es el ser de Cristo, y haré todas las cosas como él las haría.
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