Evangelio Del Día Martes 24 de Mayo | Creer En Jesus | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 24 DE MAYO DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Blanco VI Semana del Tiempo de Pascua Liturgia de las Horas Tomo I II...
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Ciclo C - Año II - Color Blanco
VI Semana del Tiempo de Pascua
Liturgia de las Horas Tomo I
II Semana del Salterio
Primera Lectura Hechos 16, 22-34
Salmo 137
Evangelio Juan 16, 5-11
“Si me voy os enviaré al Paráclito”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Se nos espera, somos preciosos. Dios está enamorado de nosotros, somos sus hijos. Y para nosotros ha preparado el lugar más digno y hermoso: el paraíso. No lo olvidemos: la morada que nos espera es el Paraíso. Aquí estamos de paso. Estamos hechos para el Cielo, para la vida eterna, para vivir para siempre. Para siempre: es algo que ni siquiera podemos imaginar ahora. Pero aún más bello es pensar que este para siempre será totalmente en el gozo, en la comunión plena con Dios y con los otros, sin más lágrimas, sin más rencores, sin divisiones ni angustias. Lo dice hoy: «Yo soy el camino» (v. 6). Jesús es el camino para subir al cielo: tener una relación abierta con Él, imitarlo en el amor, seguir sus pasos. (Regina Caeli, 10 mayo 2020)
Reflexión del Evangelio de hoy (Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.)
Cree en el Señor Jesús y te salvarás
El relato de los Hechos de los Apóstoles, que hoy escuchamos, precisa seguramente de un marco en el que situarlo, su contexto, para intentar descubrir su mensaje para los creyentes de todos los tiempos.
La predicación de Pablo ha llegado a “Europa” dejando Asia. Estamos en Filipos, y Pablo -junto a Silas- encuentra los modos de ponerse en contacto y dialogar con las gentes del lugar. Todavía no existían “planes de pastoral” y el gran evangelizador de los primeros tiempos iba a buscar a la gente allá donde se encontraba. En Filipos entra en contacto con un grupo de mujeres, y una de ellas, Lidia, se constituirá en el origen de la comunidad cristiana de Filipos. La predicación de Pablo y Silas da lugar a un altercado y ambos acaban -de manera injusta- con sus huesos en la cárcel, después de haber recibido una gran paliza.
La lectura de hoy nos los presenta en la cárcel, dónde van a pasar solamente una noche, aunque el relato que escuchamos no nos lo diga.
Una noche extraordinaria, en la que más allá del lenguaje de lo maravilloso, podemos intuir algo de lo que el autor quizá quiere comunicarnos:
La predicación del mensaje de Jesús no va a estar exenta de dificultades, problemas y sufrimientos para los evangelizadores. Es provocadora, perturbadora, y no todos y siempre estamos dispuestos a abrir nuestro ser al asombro indescriptible del anuncio que se nos ofrece.
Los predicadores perseguidos y encarcelados no pierden la serenidad, ni la alegría. Rezan, cantan, alaban a Dios…
Su testimonio, su forma de estar, su capacidad para seguir anunciando a Jesús en medio de la dificultad, da origen a la conversión del carcelero. Esto es lo más grandioso de lo que sucede esa noche: en el calabozo de una cárcel se hace presente la salvación de Dios. La realidad se transforma en gozo, alegría, liberación…
Si me voy os enviaré al Paráclito
Escuchamos en la liturgia, durante estas últimas semanas, el evangelio de Juan. Hoy se nos ofrecen unos pocos versículos del capítulo 16, que forman parte del largo discurso de Jesús en la última cena, según el evangelio de Juan. Versículos sobre cuya interpretación no se ponen de acuerdo ni los grandes especialistas en estudios bíblicos. Para los que no lo somos queda siempre la posibilidad de preguntarnos si hay algo en el texto evangélico que toque, ilumine, oriente…nuestra comprensión de la fe, nuestra vida, nuestra realidad social…
Jesús habla a sus discípulos de la tristeza que les llena el corazón. Una tristeza que parece que no está referida solamente a la marcha de Jesús sino a lo que les acaba de decir en los versículos anteriores, que hemos leído en la eucaristía de ayer. Les van a excluir, perseguir… matar, a veces en nombre de Dios. Es exactamente lo que está ocurriendo con él, que morirá al día siguiente como maldito de Dios. Sus discípulos no pueden esperar que la predicación del mensaje sea un camino de rosas, y ya lo hemos constatado en la 1ª lectura de hoy.
Pero Jesús insiste en que es bueno para los discípulos que Él se vaya pues va a enviarles el Paráclito. Su Espíritu presente en ellos, que les permitirá trascender la realidad para descubrir, asumir, y disfrutar la verdad más honda: en el fracaso y la muerte de la que van a ser testigos se va a mostrar la victoria de Dios en su Hijo resucitado, exaltado, glorificado.
En el fondo, les está haciendo una propuesta increíble: vais a salir ganando; ya no me volveréis a ver, no estaré a vuestro lado como hasta ahora, pero estaré presente “en” vosotros a través de mi Espíritu.
Sin duda, desconcertante y difícil para los discípulos en aquel momento, ¿y para nosotros hoy? Cada uno podemos preguntarnos en qué y cómo cambiaría nuestra vida si la viviéramos conscientes de que Dios la habita…
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
Hch 16, 22-34
En aquellos días, la gente de la ciudad de Filipos se alborotó contra Pablo y Silas, y los magistrados ordenaron que los desnudaran y los azotaran. Después de azotarlos mucho, los metieron en la cárcel y le ordenaron al carcelero que los vigilara bien. Siguiendo esta orden, él los metió en el calabozo de más adentro y les aseguró los pies en el cepo.
A eso de la medianoche, Pablo y Silas estaban en oración, cantando himnos al Señor, y los otros presos los escuchaban. De pronto sobrevino un temblor tan violento, que se sacudieron los cimientos de la cárcel, las puertas se abrieron de golpe y a todos se les soltaron las cadenas.
El carcelero se despertó, y al ver las puertas de la cárcel abiertas de par en par, pensó que los presos se habían fugado y sacó su espada para matarse. Pero entonces Pablo le gritó: “No te hagas ningún daño; aquí estamos todos”. El carcelero pidió una lámpara, se precipitó hacia dentro, y temblando, se arrojó a los pies de Pablo y Silas. Después los sacó de allí y les preguntó: “¿Qué debo hacer para salvarme?” Ellos le contestaron: “Cree en el Señor Jesús y te salvarás, tú y tu familia”. Y les explicaron la palabra del Señor a él y a todos los de su casa.
El carcelero se los llevó aparte, y en aquella misma hora de la noche les lavó las heridas y enseguida se bautizó él con todos los suyos. Después los invitó a su casa, les preparó la mesa y celebraron una fiesta familiar por haber creído en Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan
Jn 16, 5-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Me voy ya al que me envió y ninguno de ustedes me pregunta: ‘¿A dónde vas?’ Es que su corazón se ha llenado de tristeza porque les he dicho estas cosas. Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, yo se lo enviaré.
Y cuando él venga, establecerá la culpabilidad del mundo en materia de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque ellos no han creído en mí; de justicia, porque me voy al Padre y ya no me verán ustedes; de juicio, porque el príncipe de este mundo ya está condenado”.
Oración
Te pido, Señor, que por la fuerza de tu Espíritu Santo, nunca pierda la felicidad de cuando acepté seguirte y entregarte mi vida; que siempre mantenga esa actitud de libertad y entrega absoluta.
Acción
Hoy escribiré la historia de cómo Dios me encontró y me llamó y la compartiré con alguien cercano a mí.
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