Este libro está conformado por siete partes y treinta lecciones extraídas de historias reales narradas en forma de fábula. La primera parte, titulada un chisme que vuela, pero también deja secuela, introduce la razón de ser del libro. En este, gracias a las historias que me he cruzado en el camino, se llega a la conclusión de que lo único constante en esta vida es el miedo. Si bien dice el dicho “más vale malo conocido que bueno por conocer”, por más que estemos acostumbrados a hablar del miedo a lo desconocido, son mayores las veces en las que me he encontrado con el miedo a perder lo conocido. La segunda parte, Houston tenemos un problema, busca reconocer la existencia de elementos de infelicidad o frustración en nuestras vidas; y que, muchas veces no solo estamos acostumbrados a sentir dolor, sino que nos anclamos en la idea de que, sin este, es imposible que exista amor. Habiendo crecido con el mito falaz de la media naranja, el alma gemela y el príncipe azul, quien tuvo que pasar primero por la abnegada mano de una princesa para que, cual carbón, pudiera convertirse en diamante, que no nos sorprenda, entonces que siempre busquemos al malo conocido con la ilusión de que, después de un par de besos y cariños, como por arte de magia se convierta en el bueno por conocer.  Debido al patrón recurrente en la mayoría de nosotros que nos lleva a depender de otros para que nos amen de la forma en la que deberíamos amarnos a nosotros mismos, Lo que es bien; lo que no, también busca identificar cuáles son estas tendencias tóxicas que tanto nos hacen daño para finalmente poder erradicarlas.   La cuarta parte, Agua que no has de beber, déjala correr, propone la idea de realizar un plan de detox de dichos elementos, mediante una independización emocional. Después de todo, en un mundo con tanto menaje, ¿por qué será que nos empecinamos tanto en intentar pegar los platos rotos? ¿No es más lógico acaso barrer bien los restos, aspirar las astillas y estrenar nueva vajilla?  Le sigue Espejito, espejito, ¿quién es el más bonito? Dicha sección busca identificar aquellos elementos que nos hacen únicos y fuertes. Romper con nuestros paradigmas implica una lucha y, como en toda batalla, después de identificar nuestros flancos débiles, hay que tener soldados bien entrenados para reforzar el frente.  Me quiero, luego existo hace honor a su título. Este capítulo nos enseña lecciones sobre la importancia de entrar en concordancia con nuestro yo interior y, como consecuencia, sentirnos bien con nosotros mismos.   Sin embargo, para una verdadera liberación será necesario tocar el tema del perdón como único camino hacia la evolución, por lo que ¿Mea Culpa? propone la interrogante de que, a pesar de haber crecido con el concepto de perdón al prójimo, ¿por qué nadie nos ha explicado que el arte del perdón está en el auto perdón?  Si bien en el pasado sufrimos, hoy airosos sobrevivimos habla de la importancia del poder de decisión y busca hacernos reflexionar sobre cuáles son las cosas que buscamos y las que verdaderamente vale la pena buscar, haciendo énfasis en que, a pesar de vivir en una sociedad en la que nuestras acciones son perennemente juzgadas bajo la lupa de otros, si llegáramos a internalizar el costo y valor real de las decisiones que tomamos, probablemente haríamos caso omiso a cualquier réferi social.  Finalmente, en Purgatorio de cuestionamientos se resalta la posibilidad de   confundir el miedo con comodidad y a pesar de vivir en una sociedad libre, es la misma libertad la que nos intimida. A fin de cuentas, no sé cual de las dos opciones es más aterradora, el miedo a abrir los ojos, o que la zona de confort nos vaya a encarcelar.