Acudamos a nuestro Salvador, maravillosamente transfigurado
ante sus discípulos en el monte santo, y digámosle con fe:
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas.
Oh Cristo, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura,
te pedimos por la Iglesia que sufre:
que, en medio de las dificultades del mundo,
viva transfigurada por la esperanza de tu victoria.
Cristo, Señor nuestro, que tomando a Pedro,
Santiago y Juan los llevaste contigo a un monte alto,
te pedimos por el Papa Benedicto XVI y por los obispos:
que, llenos de aquella paz y alegría que son fruto
de la esperanza en la resurrección, sirvan fielmente a tu pueblo.
Cristo Jesús, que desde el monte santo hiciste brillar
tu rostro sobre Moisés y Elías, te pedimos por Israel,
el pueblo que hiciste tuyo desde tiempos antiguos:
concédele que alcance la plenitud de la redención.
Cristo, esperanza nuestra, que iluminaste al mundo entero
cuando sobre ti amaneció la gloria del Creador,
te pedimos por todos los hombres de buena voluntad:
haz que caminen siempre siguiendo el resplandor de tu luz.
Cristo, Salvador nuestro, que transformarás
nuestro frágil cuerpo en cuerpo glorioso como el tuyo,
te pedimos por nuestros hermanos difuntos:
transfórmalos a imagen tuya y admítelos ya en tu gloria.
Llenos de esperanza, oremos al Padre como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...