No pierdas tu primer amor / Reflexiones Cristianas

El amor que sentimos por Dios en los primeros momentos de nuestra fe es una fuerza transformadora, capaz de llevarnos a cumplir Su propósito con pasión y entrega. Sin embargo, con el tiempo, es fácil que las distracciones del mundo, los problemas diarios o incluso la rutina en nuestro servicio a Él, apaguen esa chispa inicial. A medida que permitimos que el agotamiento o el cansancio emocional dominen, nuestra relación con Dios se vuelve mecánica, menos auténtica, y nuestro servicio puede convertirse en una simple obligación.
Dios nos llama a no perder ese primer amor. En Apocalipsis 2:2-3, aunque alaba el esfuerzo y la perseverancia, también nos advierte sobre la importancia de mantener la pasión genuina por Él. Sin ese amor ferviente, el trabajo pierde su valor espiritual. Este es un llamado a evaluar continuamente nuestro corazón, reconociendo si hemos caído en la trampa de la monotonía, si el servicio que antes realizábamos con alegría ahora se hace sin gozo o gratitud.
Retomar el camino correcto requiere arrepentimiento. La invitación de Dios siempre es volver a Él con un corazón contrito y humillado. Al hacer esto, no solo renovamos nuestra relación con Él, sino que encontramos nuevas fuerzas para servir con excelencia. Porque Dios no solo ve nuestras acciones, sino las motivaciones detrás de ellas. Servirle a Él no se trata simplemente de cumplir tareas, sino de hacerlo con un corazón lleno de amor y gratitud.
La sociedad moderna nos distrae constantemente con prioridades materiales, pero como cristianos, nuestro enfoque debe estar en lo eterno. Las preocupaciones del mundo pueden hacernos perder de vista lo más importante: nuestra relación con Dios y el cumplimiento de Su voluntad. Al permitir que nuestro amor por Dios mengue, también mengua nuestra capacidad de impactar positivamente el mundo a nuestro alrededor. Es vital poner nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, y recordar que nuestra vida aquí es pasajera, pero nuestro servicio a Dios tiene consecuencias eternas.
Volver al primer amor no es solo una cuestión de emoción, sino de obediencia y compromiso. Necesitamos renovar diariamente nuestro deseo de vivir para Él, no en nuestras propias fuerzas, sino con la ayuda del Espíritu Santo, quien nos guía y fortalece. Cada día representa una nueva oportunidad para elegir caminar en el Espíritu, para escuchar Su voz y para ser fieles en lo poco y lo mucho que Dios nos confía.
Finalmente, es importante recordar que servir a Dios es un privilegio. Nuestra actitud debe ser de gozo y agradecimiento. La gratitud nos mantiene humildes, recordándonos que todo lo que tenemos y somos es por Su gracia. Mantener este enfoque nos permitirá no solo ser efectivos en nuestro servicio, sino también experimentar una relación más profunda y rica con Dios. Vivamos con la expectativa de Su regreso, siempre buscando estar preparados, con corazones llenos de amor y compromiso.

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