#OscarLeyva Oscar Leyva 2022 Las Mil y una Noche #41

Aug 21, 2022 · 5m 46s
#OscarLeyva  Oscar Leyva 2022 Las Mil y una Noche #41
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#OscarLeyva Oscar Leyva 2022 Las Mil y una Noche #40B Entonces la joven cogió la copa de manos del mandadero, se la llevó á los labios y después fué á...

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#OscarLeyva Oscar Leyva 2022 Las Mil y una Noche #40B
Entonces la joven cogió la copa de manos del mandadero, se la llevó á
los labios y después fué á sentarse junto á sus hermanas. Y todos
empezaron á cantar, á danzar y á jugar con las flores exquisitas. Y
mientras tanto, el mozo las abrazaba y las besaba. Y una le dirigía
chanzas, otra lo atraía hacia ella, y la otra le golpeaba con las
flores. Y siguieron bebiendo, hasta que el vino se les subió á la
cabeza. Cuando el vino reinó por completo, la joven que había abierto la
puerta se levantó, se quitó toda la ropa y se quedó desnuda. Y de un
salto echó su alma en el estanque[36], se puso á jugar con el agua, se
llenó de ella la boca y roció ruidosamente al mandadero. Esto no le
estorbaba para que el agua corriese por todos sus miembros y por entre
sus muslos juveniles. Después salió del estanque, se echó sobre el pecho
del mandadero, y tendiéndose luego boca arriba, dijo señalando á la cosa
situada entre sus muslos:

«¡Oh mi querido! ¿Sabes cómo se llama esto?» Y contestó el mozo:
«¡Ah!... ¡ah!... Ordinariamente, suele llamarse la casa de la
misericordia.» Pero ella exclamó: «¡Yu! ¡yu! ¿No te da vergüenza tu
ignorancia?» Y le cogió del pescuezo y empezó á darle golpes. Entonces
dijo él: «¡Basta! ¡basta! Se llama la vulva.» Y repitió ella: «Tampoco
es así.» Y el mandadero dijo: «Pues tu pedazo de atrás.» Y ella repitió:
«Otra cosa.» Y dijo él: «Es tu zángano.» Pero ella, al oirlo, golpeó al
joven con tal fuerza, que le arañó la piel. Y entonces él dijo: «Pues
dime cómo se llama.» Y ella contestó: «La albahaca de los puentes.» Y
exclamó el mozo: «¡Ya era hora! ¡Alabado sea Alah! y él te guarde, ¡oh
mi albahaca de los puentes!»

Después volvió á circular la copa y la subcopa. En seguida la segunda
joven se desnudó y se metió en el estanque, é hizo lo mismo que su
hermana. Salió después, se echó en el regazo del mozo, y señalando con
el dedo hacia sus muslos y á la cosa situada entre los muslos, preguntó:
«¿Cuál es el nombre de esto, luz de mis ojos?» Y él dijo: «Tu grieta.»
Pero ella exclamó: «¡Qué palabras tan abominables dice este hombre!» Y
le abofeteó con tal furia, que retembló toda la sala. Y después dijo él:
«Entonces será la albahaca de los puentes.» Pero ella replicó: «¡No es
eso, no es eso!» Y volvió á darle golpes. Entonces preguntó el mozo:
«¿Pues cuál es su nombre?» Y contestó ella: «El sésamo descortezado.» Y
él exclamó: «¡Para ti sean, ¡oh el más descortezado de entre los
sésamos! las mejores bendiciones!»

Después se levantó la tercera joven, se desnudó y se metió en el
estanque, donde hizo como sus hermanas, y luego se vistió, y fué á
tenderse entre las piernas del mandadero, y le dijo, señalando hacia sus
partes delicadas: «Adivina su nombre.» Entonces él le dijo: «Se llama
esto, se llama lo otro.» Y enumerando con los dedos, decía: «El
estornino mudo, el conejo sin orejas, el polluelo sin voz, el padre de
la blancura, la fuente de las gracias.» Y por fin, en vista de sus
protestas, acabó por preguntarle, para que no le pegara más: «¿Pues cuál
es su nombre?» Y ella contestó: «El khan[37] de Aby-Mansur.»

Entonces el mandadero se levantó, se despojó de sus vestidos y se metió
en el agua. ¡Y su espalda sobrenadaba majestuosa en la superficie! Se
lavó todo el cuerpo, como se habían lavado las doncellas, y después
salió del baño y fué á echarse en el regazo de la más joven, apoyó los
pies en el regazo de la otra hermana, y señalando á su virilidad,
preguntó á la mayor de todas: «¿Sabes ¡oh soberana mía! cuál es su
nombre?» Al oir estas palabras, las tres se echaron á reir tan á gusto,
que cayeron sobre sus posaderas, y exclamaron: «¡Tu zib!» Y él dijo: «No
es eso, no es eso.» Y les dió á cada una un mordisco. Entonces dijeron:
«¡Tu herramienta!» Y él contestó: «Tampoco es eso.» Y á cada una les dió
un pellizco en un seno. Y ellas, asombradas, replicaron: «Sí que es tu
herramienta, porque está ardiente; si que es tu zib, porque se mueve.» Y
el mozo seguía negando con un movimiento de cabeza, y luego las besaba,
las mordía, las pellizcaba y las abrazaba, y ellas reían á más no poder,
hasta que acabaron por decirle: «¿Cómo se llama, pues?» Entonces él
meditó un momento, se miró entre los muslos, guiñó los ojos, y señalando
á su zib, dijo: «¡Oh señoras mías! vais á oir lo que acaba de decirme
este niño: «Me llaman el macho poderoso y sin castrar, que pace la
albahaca de los puentes, se deleita con raciones de sésamo descortezado
y se alberga en la posada de Aby-Mansur.»

Y se rieron las tres tan descompasadamente al oirle, que de nuevo
doblaron sobre sus partes traseras. Después siguieron bebiendo en la
misma copa hasta que comenzó á anochecer. Las jóvenes dijeron entonces
al mandadero: «Ahora vuelve la cara y vete, y así veremos la anchura de
tus hombros.» Pero el mozo exclamó: «¡Por Alah, señoras mías! ¡Más fácil
sería á mi alma salir del cuerpo, que á mí dejar esta casa! ¡Juntemos
esta noche con el día, y mañana podrá cada uno ir en busca de su destino
por el camino de Alah!» Entonces intervino nuevamente la joven
proveedora: «Hermanas, por vuestra vida, invitémosle á pasar la noche
con nosotras y nos reiremos mucho con él, porque es una mala persona sin
pudor, y además muy gracioso.» Y dijeron entonces al mandadero: «Puedes
pasar aquí la noche, con la condición de estar bajo nuestro dominio y no
pedir ninguna explicación sobre lo que veas ni sobre cuanto ocurra.» Y
él respondió: «Así sea, ¡oh señoras mías!» Y ellas añadieron: «Levántate
y lee lo que está escrito encima de la puerta.» Y él se levantó, y
encima de la puerta vió las siguientes palabras, escritas con letras de
oro: No hables nunca de lo que no te importe, si no, oirás cosas que no
te gusten .

Y el mandadero dijo: «¡Oh señoras mías, os pongo por testigo de que no
he de hablar de lo que no me importe.»

En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y
se calló discretamente.



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