Las turbulencias en los vuelos comerciales son unas de las mayores preocupaciones de los viajeros a la hora de subir a un avión. Y es que estos fenómenos atmosféricos pueden hacer que un vuelo pase de ser tranquilo a agitado en cuestión de segundos, generando angustia y temor entre los pasajeros. Estos días hemos visto multitud de imágenes que mostraban el terror de los 211 pasajeros y 18 tripulantes del vuelo de Londres a Singapur que sufría un grave incidente debido a fuertes turbulencias. Con un hombre de 73 años fallecido y una treintena de heridos, siete de ellos hospitalizados en estado crítico, el avión fue sacudido por "turbulencias extremas repentinas" y sufrió una pérdida súbita de altitud, de casi 6.000 pies, es decir de 2.000 metros. Recientes estudios han determinado un considerable aumento de turbulencias en los últimos años, como resultado de un factor imprevisto: el cambio climático. Vamos a analizar por qué se producen exactamente las turbulencias, ¿Cómo son de frecuentes y hasta qué punto pueden soportarlas los aviones comerciales? Hablamos con Sergio Hoyas, catedrático de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Politécnica de Valencia. Explica que la turbulencia es un fenómeno difícil de detectar y predecir. “Cuando los aviones vuelan a altitudes elevadas, generalmente encuentran aire en calma”, comentó. Sin embargo, eventos como grandes tormentas pueden cambiar esa calma, y los aviones pueden detectar y evitar estas tormentas. El problema surge con la llamada turbulencia de aire claro, que no puede ser detectada con antelación. “Es como navegar por un río tranquilo y de repente encontrarse con rápidos”, ilustró Hoyas. Aunque el reciente incidente ha despertado preocupaciones, Hoyas subrayó que tales eventos son extremadamente raros. El último caso de fatalidad por turbulencia ocurrió en 2009. Sin embargo, advirtió que la probabilidad de estos sucesos ha aumentado en los últimos años y se espera que siga en aumento debido al cambio climático. El profesor Paul Williams de la Universidad de Reading, experto en este campo, estima que la incidencia de turbulencias podría duplicarse o triplicarse en los próximos años. Hoyas destaca la importancia de las medidas preventivas simples, como mantener el cinturón de seguridad abrochado en todo momento mientras se está sentado. La mayoría de las lesiones ocurren cuando los pasajeros no están sujetos, especialmente los auxiliares de vuelo que están en movimiento. La Universidad Politécnica de Valencia colabora con las universidades de Edimburgo y Melbourne en un proyecto liderado por Ricardo Vinuesa, utilizando inteligencia artificial para comprender mejor la turbulencia. Hoyas explica que el objetivo es aplicar modelos de inteligencia artificial para resolver las complejas ecuaciones de la mecánica de fluidos. “Las ecuaciones que describen la turbulencia se conocen desde el siglo XIX, pero resolverlas para problemas prácticos es extremadamente complicado”. La inteligencia artificial podría ayudar a predecir mejor las turbulencias y desarrollar aviones más eficientes. A pesar de los desafíos, Hoyas hace hincapié que los aviones están diseñados para soportar condiciones extremas y que los pasajeros deben mantener la calma y seguir las recomendaciones de seguridad. “Los aviones son máquinas extremadamente bien hechas, con más de 80 años de experiencia en su desarrollo”, afirmó, asegurando que no hay motivos para el pánico. El trabajo de la Universidad Politécnica de Valencia y sus colaboradores promete avances significativos en la comprensión y mitigación de la turbulencia, lo que podría traducirse en vuelos aún más seguros en el futuro. La combinación de ciencia avanzada y tecnología emergente como la inteligencia artificial ofrece una esperanza real para enfrentar este fenómeno natural de manera más efectiva.See
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