La sonrisa del huérfano nace del profundo impacto que me produjo un gesto recibido hace diez años por una persona entrañable. El sentimiento de afecto proporcionado me llevó a indagar la infancia y la juventud de la generación silenciosa en nuestro país, que padeció entre 1930 y 1950 las fatalidades de una sociedad convulsa que les privó de su núcleo familiar básico. Su silencio comedido y la reserva de sus dolorosas vivencias permitieron a las generaciones posteriores crecer en un grado de armonía y concordia sin precedentes; pese a que a algunos nos dejó la sana curiosidad de profundizar en aquella profunda discreción que los caracterizaba. Sea pues esta breve novela un homenaje sentido a una generación que priorizó la convivencia y no se dejó llevar por la ansiedad de la venganza.