25 OCT 2022 · La ciencia vivió una auténtica revolución en el siglo XIX. Fue una época de gran conocimiento, en el que se modernizó la forma de investigar y en la que se hicieron grandes descubrimientos. Fueron años en los que se consolidaron grandes figuras científicas. Y, en concreto, el final de siglo fue especialmente fértil en descubrimientos. Era tal el ritmo al que la ciencia prosperaba, que no eran pocos los que creían que se estaba a punto de alcanzar los límites del conocimiento...
Es en este tiempo, a finales del siglo XIX, cuando se producen tres descubrimientos que revolucionaron el tratamiento contra el cáncer. A saber: en 1985, el alemán Wilhelm Röntgen descubre los rayos X; en 1896, Henry Becquerel hizo lo propio con la radiactividad natural; y ya en 1898 Marie Curie descubre el radio. Son tres hitos, en tan solo tres años, que permiten iniciar la investigación de las radiaciones para el tratamiento del cáncer. Nacía así una nueva época en la medicina.
El primer tratamiento conocido se produce en 1896. El médico estadounidense Emil Grubbe administró rayos X a una mujer con cáncer de mama recurrente e inoperable. Se los administró durante una hora durante 18 días.
Pero la que de verdad revolucionó este campo fue Marie Curie. La científica fue una mujer sin la que no entenderíamos el desarrollo mundial en los siglos XX y XXI, la más inspiradora en la historia de la ciencia, y la primera en ganar el premio Nobel. Sin ella no se entendería todo el desarrollo posterior de la radioterapia como tratamiento contra el cáncer.
Curie, durante su tesis doctoral, empezó a estudiar los rayos X, siguiendo los pasos de Becquerel. Con su trabajo, descubre dos nuevos elementos, el polonio y el radio, a los que clasifica de radioactivos, y que sientan las bases para el conocimiento de la radioactividad.
Poco después, a principios del siglo XX, Pierre Curie, marido de la científica, propuso que una fuente radioactiva podría insertarse en un tumor, y descubrieron que el tamaño del mismo se redujo. Paralelamente, Alexander Graham-Bell, el inventor, también sugirió el uso de la radiación de la misma manera. Además, en honor a la descubridora, pidió llamarlo 'curieterapia', un nombre que conservó durante años.
Fue en esa época en la que se consolidó el empleo medicinal de la radioactividad, tanto en su diagnóstico como en su tratamiento. Hospitales de todo el mundo comenzaron a investigar en este sentido. Unas investigaciones, pioneras, que sentaron las bases para la radioterapia actual.
En un viaje a Nueva York en 1920, para recaudar dinero para poder seguir investigando —el precio del radio estaba disparado como consecuencia de la I Guerra Mundial—, Marie Curie aseguró que su objetivo era "poner fin al cáncer". "El radio es la cura para cualquier tipo de cáncer", le contó al New York Times.
En 1934, Marie Curie fallecía, víctima de una anemia aplásica, probablemente contraída por las radiaciones a las que estuvo expuesta en sus trabajos. Los efectos negativos de la radiación no se conocían entonces, y durante sus investigaciones y experimentos no llevaba medidas de seguridad. ¡Llevaba los tubos de ensayo con isótopos radiactivos en los bolsillos! También se expuso sin protección a los rayos X, mientras se desempeñaba como radióloga en los hospitales de campaña durante la guerra. Y a pesar de todas las enfermedades que le provocó su trabajo, nunca llegó a reconocer los riesgos de la exposición a la radiación. Pero su legado fue eterno.
Hasta mediados de siglo, conscientes ya de estos peligros, los usos medicinales de la radiación disminuyó. Hasta que en las décadas de los 50 y los 60 surgieron nuevas fuentes radiactivas, que redujeron los riesgos, y revolucionaron de nuevo el campo de la lucha contra el cáncer. El Proyecto Manhattan, desarrollado durante la segunda Guerra Mundial, hizo posible la producción de radioisótopos artificiales para radioterapia.
De la misma forma, en la década de los 50 también se empieza a desarrollar la terapia de cobalto. Este tratamiento, que únicamente se utiliza en áreas donde el tumor no es muy profundo, permite reducir su tamaño antes de una operación. Era un tratamiento con máquinas baratas, robustas y fáciles de usar, pero es necesario reemplazar el cobalto cada cinco años. Su aportación fue clave para el desarrollo de la radioterapia, pero las dudas sobre los residuos, y la aparición de nuevos métodos, como el acelerador lineal, el otro gran descubrimiento en este sentido en la segunda mitad del siglo XX, provocó que su uso se haya vuelto más residual desde los 80.
También juega un papel fundamental el desarrollo de la radioterapia conformada en 3 dimensiones, que permite obtener imágenes virtuales de los volúmenes a tratar, que permiten concentrar mejor la dosis.
Hoy en día, todos los tumores son susceptibles de ser tratados con quimioterapia. Hay quizás algún tipo de tumor en los que con la cirugía sería suficiente y no necesitaría quimio, pero en general cualquier tipo de tumor en algún momento va a requerir tratamiento con quimio.
La importancia y la gravedad del cáncer, una de las enfermedades más terribles del planeta, ha provocado que no se deje de investigar en este campo. Nos lo explica la doctora Natalia Carballo, Jefa del Servicio de Oncología Radioterápica de MD Anderson Center Madrid: "La gran revolución del siglo XXI en cuanto a radioterapia es que la tecnología nos ha permitido administrar tratamientos mucho más eficaces y menos agresivos. Los mayores avances se han visto en aquellos tumores que estaban en localizaciones complejas y que antes no queríamos dar dosis muy altas porque teníamos riesgo de toxicidad de las estructuras adyacentes. Hoy en día con las diferentes técnicas de tratamiento y los distintos tipos de tratamientos podemos administrar grandes dosis sin generar efectos en estructuras vitales como el corazón, partes del cerebro, abdomen, estómago, intestino delgado, nervios ópticos, etc".
Uno de los aspectos en los que aún debe mejorar la radioterapia tiene que ver con la percepción por parte de los pacientes. "Todavía nos queda mucho camino por delante en este sentido. Desde la SEOR se llevó a cabo la campaña Invisibles para hacer visible esta especialidad. Pero somos muy pocos especialistas en oncología radioterapia y tenemos muchos pacientes. Estos todavía se acercan con miedo, sobre todo a la radiación. Nos queda mucho trabajo de divulgación sobre la Radioterapia. La gente tiene el concepto de que seguimos utilizando las máquinas de cobalto antiguas donde la planificación no era tridimensional y esto forma parte del pasado desde hace mucho tiempo. Se ha avanzado mucho. La radioterapia es un tratamiento seguro y tecnológicamente avanzado.
No podemos comparar la radioterapia del inicio con la actual. Ha habido una gran evolución en todos los aspectos, de movilización, tecnificación, de cómo tratar un tumor que se está moviendo porque el paciente respira y la máquina ahora puede seguir ese tumor en movimiento con un margen muy pequeño.
Nuestra vida ha cambiado tecnológicamente mucho en los últimos años. Lo mismo ha ocurrido en Medicina. La radioterapia actual está tecnológicamente muy avanzada y se está investigando en la tecnología flash en la que posiblemente en segundos administraremos dosis únicas de radiación y ese futuro no es muy lejano.
Lo más destacable es la mejora de la calidad de vida. Se disminuyen los efectos secundarios del tratamiento. Ser más eficientes administrando el tratamiento hace que el paciente tenga mejor calidad de vida y se reduce también la toxicidad por lo que responden aún mejor.
Otra de las grandes mejoras en calidad de vida es que los tratamientos son más cortos en el tiempo. Mientras que antes tenía que venir 25 ó 30 días a recibir el tratamiento en radioterapia, ahora en 5 ó 3 sesiones se tratan los mismos tumores; es decir, la radioterapia actual permite hacer tratamientos mucho más cortos en el tiempo.
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, el acceso a los tratamientos con radioterapia sigue mejorando a nivel mundial. Un campo en el que quedan muchas buenas noticias por descubrir.