1-3Juan-173 El guardián de mi hermano

Nov 14, 2024 · 7m 34s
1-3Juan-173 El guardián de mi hermano
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El guardián de mi hermano Varias secciones de las cartas de Juan hablan del amor. Cuando leemos del primer versículo del capítulo 3, “Mirad cuál amor nos ha dado el...

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El guardián de mi hermano

Varias secciones de las cartas de Juan hablan del amor. Cuando leemos del primer versículo del capítulo 3, “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” nos viene a la mente Juan 3:16, donde leemos que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El apóstol Juan deja claro que Dios mostró su amor hacia la humanidad ofreciendo la vida de su Hijo amado para proveer salvación para todo aquel que lo recibe; por Él tenemos vida eterna.

1 Juan 3:16 nos dice que Dios nos ha dado a conocer su amor a través de este acto y nos instruye a hacer lo mismo hacia otros diciendo:  “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.”

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:10)

Esta es una afirmación muy drástica. Juan nos explica que desde el principio hemos oído este mensaje: “Que nos amemos unos a otros.” y continúa con la siguiente advertencia: “No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano.” (3:11-12).

Juan nos lleva al principio, al libro de Génesis, donde leemos que Caín, el hijo de los primeros habitantes de la Tierra, tuvo envidia contra su hermano, porque éste obedecía a Dios y recibía la aprobación del cielo. Caín estaba enojado con él, y Dios vino a su misma presencia y le preguntó en el versículo 6: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?” Caín no contestó las preguntas de Dios, sino que en su orgullo, atacó a su hermano quitándole la vida. Dios volvió a hablar con CaÍn, esta vez preguntándole:

“¿Dónde está Abel tu hermano?”
Dios sabía lo que había sucedido, pero quería que Caín se diera cuenta de su pecado. Sin embargo Caín actuó con la misma ira con la que había actuado con Abel.

“Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (4:9) 

Basándonos en la enseñanza a través de la Biblia podríamos contestar sin titubear: ¡por supuesto! Pero vemos que Dios no siente la necesidad de contestarle. 

Por supuesto que tenía la responsabilidad de mirar por el bienestar de su hermano Abel. Como leemos en Juan, desde el principio, el plan de Dios era que así como él nos ama, nos amemos unos a otros. Dios no vino a quitar vida, sino a dar su vida por nosotros. Caín sabía que había pecado cuando en lugar de amar a su hermano, lo había atacado por envidia. 

La carta de Juan nos recuerda: “No seas como Caín.” Los que son de Dios aman como Dios ama. Es más; el versículo 14 del capítulo 3 dice:

“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”

Juan da dos muestras de la salvación; una es que el que conoce a Dios no vive en pecado, desobedeciendo a Dios. La otra es que el que conoce a Dios de verdad ama a su hermano. Leemos en 1 Juan 4:20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”


1 Juan 4:7-11 nos enseña: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros.”

¡Qué preciosa y clara explicación! Deja claro que Dios nos ha amado, y en su amor nos ha mostrado cómo amar a nuestro prójimo. Si amamos a Dios, reflejaremos su amor hacia nuestros hermanos. Dios en su amor, da de sí para el bien de cada uno de nosotros. Su amor debe ser evidente en nuestras vidas. Aquellos que nos hemos beneficiado de Su amor podemos dar de nosotros mismos a nuestros hermanos, a los que lo son en la sangre y aquellos que Dios ha puesto en nuestro camino. 

Si cada uno miramos por el bien de nuestro hermano, no habrá lugar para la envidia. “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros.” Dejemos que el Espíritu Santo siga produciendo su fruto de amor en nosotros para que otros vean el amor de Cristo.
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Author David y Maribel
Organization David y Maribel
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