Corintios-097 No me pertenezco
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En la segunda parte del capítulo 6 de Corintios, Pablo continúa respondiendo aquellas cuestiones que los creyentes en Corinto no parecían tener claras aun. Pablo les habla aquí de la...
show moreComienza en el versículo 12 diciendo: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos levantará con su poder.”
Al mismo tiempo que somos libres en Cristo y no dependemos de una obediencia a leyes sobre tales cosas como la comida, debemos recordar que no deberíamos dejar que nada terrenal tome las riendas de nuestra vida. Pablo está diciendo que debemos recordar que las cosas de esta vida son pasajeras, y por lo tanto, serán destruidas, pero lo que hagamos con nuestro cuerpo tiene efectos duraderos. “El cuerpo es para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y un día
El mismo que levantó el cuerpo de nuestro Señor levantará el nuestro con su poder.
“¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” pregunta Pablo por si no se han enterado. Así que, si mi cuerpo es un miembro de Cristo, pregunta Pablo:
“¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.”
Este texto es un tanto explícito. Habla de la unión sexual, y cómo cuando dos personas se unen físicamente, llegan a ser uno. No es algo que se debe tomar a la ligera. El sexo no es una actividad de ocio para practicarla con quien apetezca en el momento. Dios deja claro en su Palabra que Él diseñó el sexo para el matrimonio. Por eso cuando habla de la unión matrimonial, dice “y serán una sola carne.” Esto, aunque no se limita a la relación sexual, sin duda deja claro que el matrimonio es el ámbito para la culminación de la intimidad en pareja.
Pablo va más allá, y compara esta unión íntima con nuestra unión al Señor. “El que se une al Señor, un espíritu es con él” Y es que este no es el único lugar en la Biblia en el que la unión matrimonial es utilizada para presentar la unión espiritual entre Cristo y su iglesia.
Pablo dice, cuidado a quién das tu cuerpo, porque al dar tu cuerpo, estás dando tu todo. Así como nuestra unión a Dios ha de ser exclusiva, debes reservar la unión física más íntima para el matrimonio, y no compartirla con cualquiera.
El hecho de que la unión física represente la íntima unión espiritual existente entre Dios y el que a Él se entrega es suficiente argumento como para pedir que esta mantenga su exclusividad, mas Pablo ofrece aún otra razón en los siguientes versículos:
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Nuestro cuerpo no es nuestro; pertenece a Dios. Si has recibido a Cristo en tu vida, el Espíritu Santo de Dios mora en ti, y tu cuerpo es su templo.
Ya lo había dicho Pablo en el capítulo 3:16-17 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Cristo ha pagado gran precio por ti; su vida. Tiene sentido que todo nuestro ser, cuerpo y alma, traigan gloria a Dios. Si en el capítulo 3 trataba la importancia de cuidar el cuerpo, porque era propiedad divina, ahora está tratando la importancia de preservar la pureza sexual para el ámbito que Dios ha marcado.
Mostramos nuestra dedicación a Dios en cómo tratamos nuestro cuerpo. Podríamos decir que es imposible separar el cuerpo de nuestra alma interior. Si no le damos todo, estamos siendo infieles.
Con esto como base, Pablo continúa en el capítulo 7 hablando del matrimonio, establecido por Dios para que sea una unión indivisible, en la que uno pertenece al otro, y cada uno trata al otro como parte de su propio ser.
Recordemos que Pablo era soltero. En el plan de Dios, él no tendría esta unión con su esposa, mas deja claro que aquellos que no están casados pueden dar gloria a Dios en su soltería, dedicando su cuerpo y alma al Señor.
Aquellos a los que Dios dirige al matrimonio debemos permanecer fieles a nuestro cónyuge, disfrutando de una relación exclusiva, porque ese es el plan de Dios.
Pablo habla sobre el divorcio en este texto, pero solo para situaciones tristes, en las que un hombre o una mujer que ha pactado amor y respeto, ha roto el pacto y no consiente en vivir juntos. Mas es el deseo de Dios que el hombre y la mujer disfruten de su relación y glorifiquen a Dios en su matrimonio. Que Dios nos ayude a amar y respetar, de modo que en nuestra unión y convivencia en santidad, podamos mostrar a Cristo ante otros. Recordemos que no somos nuestros, que pertenecemos al Rey de Reyes, y que Él tiene un plan para nuestra vida. En la situación en la que nos encontremos hoy, entreguémonos a Él en cuerpo y alma y dejemos que dirija nuestros pasos.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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