Deuteronomio-039 Nada te ha faltado

Feb 23, 2023 · 8m 4s
Deuteronomio-039 Nada te ha faltado
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Me gusta el libro de Deuteronomio, porque enfatiza la importancia de recordar aquellas cosas que Dios ha hecho en nuestras vidas. Es muy importante que las nuevas generaciones no pierdan...

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Me gusta el libro de Deuteronomio, porque enfatiza la importancia de recordar aquellas cosas que Dios ha hecho en nuestras vidas. Es muy importante que las nuevas generaciones no pierdan de vista los hechos del pasado. Esto es cierto de la historia de un país o un pueblo. Pero es aún más importante cuando hablamos de las maravillas que ha hecho Dios. Los creyentes no podemos perder de vista las bendiciones pasadas, porque estas nos muestran la presencia de Dios en nuestras vidas y nos dan seguridad para seguir confiando en aquel que es fiel eternamente.

Moisés tiene la oportunidad de repasar con esta nueva generación lo que Dios ha hecho por Su pueblo. Cuando perdemos de vista las bondades pasadas de Dios, comenzamos a dejar de conocer a Dios. Y como hemos visto hasta ahora, el propósito de las Escrituras es que conozcamos a Dios. El autor de la Biblia, aunque los libros se escribieron por muchas manos y a través de muchos siglos, es Dios mismo. Dios y los hombres que pusieron por escrito Sus palabras, reconocen que esta Palabra ha sido dada por Dios y es en verdad la Palabra de Dios. Entender esto es muy importante, ya que a pesar de los ataques a la autoría y veracidad de la Biblia, históricamente y mundialmente, la Biblia ha sido reconocida como única en este sentido.

Basándonos en esta verdad, podemos estudiar la Palabra de Dios para conocer a Dios y no olvidar que nos ha creado para glorificar Su nombre. Hemos visto cómo Dios preservó a su pueblo con el fin de glorificar su Santo nombre, aún cuando el pueblo lo despreció en múltiples ocasiones, yendo tras otros dioses. Y lo precioso es que a través de la historia, Dios siempre ha dejado la puerta abierta para la reconciliación.

Al principio del libro, vemos que Moisés les recuerda cómo Dios los sacó de Egipto hasta Horeb, y cómo desde allí los guió por el desierto hasta llevarlos a la tierra que les había prometido a sus padres. Y durante todo este tiempo Dios estuvo con ellos. Les explica cómo Dios les dio los jueces de las diferentes tribus, “varones sabios y entendidos y expertos” para ayudar a Moisés a liderar el pueblo. Les cuenta cómo sus padres temieron a los habitantes de la tierra en vano, porque cuando van con Dios no hay que temer. Y les recuerda que cuando el pueblo se armó de valor para ir contra los de Horma sin la presencia de Dios, tuvieron gran derrota.
Les da un repaso de cómo los de Esaú, aunque al principio les negaron el paso por su tierra, al final cedieron por temor a Dios, permitiéndoles pasar. Les recuerda que incluso durante su tiempo en el desierto, Dios ya había comenzado a darles la tierra que sería de ellos, obteniendo las tribus de Rubén y Gad, y media tribu de Manases las tierras que serían suyas al final de la conquista.

En Deuteronomio 2:7 dice: “Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado.”

“Jehová ha estado contigo, y nada te ha faltado”. ¿Te viene a la mente un salmo conocido? El Salmo 23 nos dice, “El Señor es mi Pastor, nada me faltará” El pastor había estado con sus ovejas durante todo el trayecto. Nada les había faltado.
No es así como se habían sentido en muchas ocasiones, ¿verdad? Mas Dios les está confirmando que NADA les había faltado.

¿Tenemos a veces sensaciones falsas de que algo nos falta? ¿De que deberíamos tener algo que Dios no nos está dando? “Si Dios está contigo, nada te falta” Si El Señor es tu Pastor, ¿qué más puedes necesitar?

¿Se sentía Moisés así?

Vemos en el capítulo 3, que Moisés presenta una pregunta a Dios, algo que él siente que le falta:

“Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? Pase yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel buen monte, y el Líbano.” (24-25)

Recordemos que Dios había dictado que Moisés no entraría en la tierra prometida. Pero Moisés aquí viene a Dios expresando un deseo de su corazón. Le pide que pueda pasar y ver la tierra al otro lado del Jordán. Después de todo, como hemos visto, Moisés había sido fiel en toda la casa de Dios.

Sin embargo, Dios había concluido que Moisés no necesitaba esto. Le contesta: “Basta, no me hables más de este asunto. Sube a la cumbre del Pisga y alza tus ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos; porque no pasarás el Jordán.”

Dios es fiel a su Palabra. Moisés no entraría a la tierra prometida. Pero Moisés pasaría a la eterna presencia con Dios. A la hora de su muerte, pasaría a una tierra aún mejor que aquella tierra buena al otro lado del Jordán, y por lo tanto, como Dios estaría con él eternamente, Nada le faltaba.

Vemos a continuación que el buen Dios le pide a Moisés que suba a la cumbre del Pisga, y que desde allí contemple lo que Dios ha concedido a Su pueblo.

Aunque vemos que Moisés en varias ocasiones había culpado al pueblo por el castigo de Dios sobre él, ante Dios, él acepta la decisión divina, estableciendo a Josué como líder del pueblo de la manera que Dios le había pedido en Deuteronomio 3:28: “manda a Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo, y él les hará heredar la tierra que verás.” Dios ya había determinado que Josué sería el que lideraría al pueblo para la conquista de la tierra. Y Moisés estuvo ahí animándolo y fortaleciéndolo.

Esto muestra la fidelidad y buena disposición de Moisés delante de Dios. Creo que podemos decir que Moisés sí creyó que nada le había faltado. Por eso puede animar al pueblo a recordar todas las bendiciones del Señor.

En el 4:9 dice: “Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”

Esta exhortación continuará a través del libro, como podremos ver. Y es que si el Señor nos ha guiado hasta aquí, y reconocemos que nada nos ha faltado, podemos continuar seguras de que por la fidelidad de Dios, nada nos faltará.
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Author David y Maribel
Organization David y Maribel
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