Evangelio Del Día Lunes 20 de Noviembre | Señor Déjame Ver | 5 Minutos de Oración en el Hogar
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Evangelio Diario
LITURGIA – 20 DE NOVIEMBRE DE 2023
Primera Lectura 1 Macabeos 1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64
Salmo 118
Evangelio Lucas 18, 35-43
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la mañana):
Nos ponemos en tu presencia Dios bondadoso y Padre nuestro. Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día pues despertamos una vez más al conocimiento de nuestra propia existencia que tu amor nos concede y sostiene. El saber que existimos es el don más grande de tu bondad. ¿De qué nos serviría existir ante tu presencia si no estuviéramos conscientes de ello? Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya por el gran amor del cual nos has hecho participar. De tu amor no podemos dudar. Es el nuestro hacia ti el que falla con mucha frecuencia. Nos disponemos ante la grandeza de tu majestad a los Cinco Minutos de Oración. Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones. Padre Nuestro…
OFRECIMIENTO (Si la oración se hace en la tarde):
Estamos reunidos Señor para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron disfrutamos tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad a la que nos llamaste desde el principio de nuestra existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos, tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos Cinco Minutos de Oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre Nuestro…
PALABRAS DEL PAPA FRANCISCO
El Evangelio de la Liturgia de hoy narra de Jesús que, (…) devuelve la vista a (…) un ciego que mendiga a lo largo del camino (…) había perdido la vista, pero no la voz. De hecho, cuando siente que Jesús va a pasar, comienza a gritar: «Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!» (v. 47). Y grita. Grita esto. (…) No es una oración tímida y convencional. Ante todo, llama al Señor “Hijo de David”, o sea, lo reconoce Mesías, Rey que viene al mundo. Después lo llama por su nombre, con confianza: “Jesús”. No tiene miedo de Él, no se distancia. Y así, desde el corazón, grita al Dios amigo todo su drama: “Ten compasión de mí”. ¡Solo esa oración “ten compasión de mí!”. No le pide una moneda como hace con los viandantes. No. A Aquel que todo lo puede, le pide todo. (…) “Ten compasión de mí, ten compasión de todo lo que soy”. No pide una gracia, sino que se presenta a sí mismo: pide misericordia para su persona, para su vida. No es una petición insignificante, pero es muy bella, porque invoca piedad, o sea, compasión, la misericordia de Dios, su ternura. (…) La ceguera era la punta del iceberg, pero en su corazón tendría otras heridas, humillaciones, sueños rotos, errores, remordimientos. El rezaba con el corazón. ¿Y nosotros? Cuando le pedimos una gracia a Dios, ¿ponemos en la oración nuestra propia historia, las heridas, las humillaciones, los sueños rotos, los errores, los remordimientos? “Hijo de David, Jesús, ¡ten compasión de mí!”. Hagamos hoy esta oración. (…) Cuando la fe es viva, la oración es sentida: no mendiga centavos, no se reduce a las necesidades del momento. A Jesús, que todo lo puede, se le pide todo. No se olviden de esto. (Ángelus, 24 octubre 2021)
LECTURA DEL DÍA
Lectura del primer libro de los Macabeos
1 Mc 1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64
En aquellos días, surgió un hombre perverso, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos.
Hubo por entonces unos israelitas apóstatas, que convencieron a muchos diciéndoles: "Vamos a hacer un pacto con los pueblos vecinos, pues desde que hemos vivido aislados, nos han sobrevenido muchas desgracias".
Esta proposición fue bien recibida y algunos del pueblo decidieron acudir al rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los paganos. Entonces, conforme al uso de los paganos, construyeron en Jerusalén un gimnasio, simularon que no estaban circuncidados, renegaron de la alianza santa, se casaron con gente pagana y se vendieron para hacer el mal.
Por su parte, el rey publicó un edicto en todo su reino y ordenó que todos sus súbditos formaran un solo pueblo y abandonaran su legislación particular. Todos los paganos acataron el edicto real y muchos israelitas aceptaron la religión oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.
El día quince de diciembre del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de Dios un altar pagano, y se fueron construyendo altares en todas las ciudades de Judá. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; rompían y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban; a quienes se les descubría en su casa un ejemplar de la alianza y a los que sorprendían observando los preceptos de la ley, los condenaban a muerte en virtud del decreto real.
A pesar de todo esto, muchos israelitas permanecieron firmes y resueltos a no comer alimentos impuros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos que violaban la santa alianza. Muy grande fue la prueba que soportó Israel.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".
Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
ORACIÓN FINAL COMUNITARIA
Del 17 al 23 de Noviembre de 2023.
Hermanos y hermanas, supliquemos a Dios, nuestro Padre, que reúne a los dispersos, atrae a los alejados, sana a los heridos y fortalece a los débiles, y digámosle:
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Perdona, Señor, los pecados cometidos contra la unidad de tu Iglesia, y permítenos formar un solo corazón y una sola alma.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, hemos pecado contra ti. Borra con tu gracia nuestras culpas.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, reúne con tu gracia a quienes se han alejado de ti. Haz que regresen y permanezcan siempre en tu amor.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, escucha siempre las humildes oraciones de tu pueblo. Danos tu perdón y tu paz.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, hemos pecado mucho, pero confiamos en tu misericordia. Vuélvete a nosotros y nosotros nos convertiremos a ti.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, acoge a tu pueblo que se arrepiente y se humilla ante ti; para que no permanezca confundido quien confía en ti.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, vuelve a nosotros y libéranos de nuestras culpas. Destruye nuestros pecados en el abismo de su misericordia.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Señor, dónanos tu Espíritu de santidad y de justicia, y exultaremos en la alegría de un corazón renovado.
SEÑOR, SANA NUESTRAS ENFERMEDADES.
Se pueden agregar otras peticiones.
OREMOS: Mantén viva en tus fieles la esperanza, Padre, para que podamos lograr alcanzarte en tu casa y ocupar el puesto que allá nos ha preparado Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro. AMÉN.
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