Evangelio Del Día Lunes 26 de Septiembre | Servicio Desinteresado | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 26 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXVI Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
show moreLITURGIA - 26 DE SEPTIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXVI Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Job 1, 6-22
Salmo 16
Evangelio Lucas 9, 46-50
“No se lo impidáis”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Quien busca a Dios lo encuentra allí, en los pequeños, en los necesitados, necesitados no solo de bienes, sino también de cuidados y de consuelo, como los enfermos, los humillados, los prisioneros, los inmigrantes, los presos. Allí está Él, en los pequeños. He aquí por qué Jesús se indigna: cada afrenta hecha a un pequeño, a un pobre, a un niño, a un indefenso, se le hace a Él. (Ángelus, 3 octubre 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (D. José Vicente Vila Castellar, OP.)
Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él
En el comienzo del libro de Job nos lo presenta como un hombre justo y bueno, cumplidor de la Ley en toda su amplitud.
Un día en que los ángeles se presentaban a Dios, entre ellos estaba Satanás, que venía de dar vueltas por la tierra y el Señor le inquiere si se había fijado en Job, ya que hay pocos en la tierra tan honrados como él. El diablo porfía a Dios a que, ya que Job ha sido protegido por Dios en todas sus cosas, si le aconteciera la fatalidad, seguro que maldeciría al Señor, y éste le responde “haz lo que quieras con sus cosas pero a él no lo toques”.
El diablo arrojó sobre Job toda serie de males a sus posesiones, robándole sus ganados de bueyes y camellos, un rayo arrolló y quemó a sus ovejas y pastores, e incluso un huracán derribó la casa donde se encontraban los hijos e hijas de Job matándolos.
Ante las desgracias acaecidas Job no se sumió en la desesperación, sí que lo invadió la tristeza, pero aceptó su desgracia sin renegar de la misericordia de Dios, sino al contrario, aceptó lo que le acontecía bendiciendo a Dios: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó; bendito sea el nombre del Señor”.
La aceptación del devenir de la vida cuando nos ruedan mal las cosas, hace que nos empeñemos, en muchas ocasiones, en buscar responsables en los otros, siendo incapaces de aceptar que, en algunos casos, la causa está en nosotros mismos, y ante las desgracias importantes, las achacamos a Dios porque ha sido capaz de permitir que ocurriera, aunque en ocasiones el desenlace era inevitable; y nos hundimos en la desesperación y el desánimo.
La actitud que nos presenta Job es la contraria, asume su situación e intenta por todos los medios salir de ella, confiando totalmente en Dios, dirigiéndose a Él como nos refiere el salmo 16: “Yo te invoco porque Tú me respondes, Dios mío, inclina tu oído y escucha mis palabras”.
Job tiene muy claro que si salió desnudo del vientre de su madre, cuando llegue el momento, desnudo volverá a él, o sea, que nada de lo bueno o de lo malo que ha tenido, le impedirá alabar por siempre al Señor
El que no está contra vosotros, está a favor vuestro
Lucas finaliza el capítulo 9 de su evangelio, presentándonos una situación tremendamente humana; los apóstoles discutiendo quien era el más importante entre ellos.
¡En cuantas ocasiones queremos ser más que los demás! Los más altos, los más guapos, los más inteligentes, los más buenos, en fin, los mejores en todo. Nuestro afán de protagonismo no tiene límite, estar por encima de todo el mundo, y no queremos asumir que lo más importante en la vida es vivirla con naturalidad, aceptando nuestras carencias e intentando superarlas, y poniendo nuestras virtudes al servicio de los demás.
La actitud de Jesús ante esta situación es decisiva, pone a un niño en medio de ellos y les invita a ser sencillos y humildes como el niño, pues así el más pequeño será el más importante, ya que el ejemplo que les pone no admite discusión: “el que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí, y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado”.
Olvidemos personalismos y orgullo mal entendido y asumamos la humildad como parte esencial de nuestra vida; olvidemos el querer ser el “ombligo del mundo”, es decir, el centro del universo, y no creamos que somos los escogidos y aceptemos que los otros tengan tanto o más méritos que nosotros mismos.
La respuesta de Jesús a Juan cuando intentaban impedir que alguien echara demonios en su nombre, porque “no era de los nuestros”, es inflexible: el que no está contra vosotros, está en favor vuestro. Dejemos, pues, de ampararnos en “los nuestros” y abramos nuestro corazón a todos, pues como dice la escritura, Dios envía la lluvia a malos y buenos, y el sol brilla para todos.
¿Vamos a ser nosotros más que Dios?
¿Soy capaz de aceptar mi situación cuando me vienen mal dadas?
¿Busco responsabilidades fuera de mí o asumo mi propia responsabilidad?
¿Consideramos que en “los nuestros” está la auténtica verdad?
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Job
Job 1, 6-22
Un día fueron los ángeles a presentarse ante el Señor y entre ellos llegó también Satanás. El Señor le preguntó: “¿De dónde vienes?” El respondió: “De dar una vuelta por la tierra”.
El Señor le dijo: “¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay nadie como él en la tierra; es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”.
Satanás le respondió: “¿Y crees tú que su temor a Dios es desinteresado? ¿Acaso no has construido tú mismo una cerca protectora alrededor de él, de su familia y de todos sus bienes? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus rebaños se han multiplicado por todo el país. Pero hazle sentir un poco el peso de tu mano, daña sus posesiones y verás cómo te maldice en tu propia cara”. El Señor le dijo: “Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques”. Y Satanás se retiró de la presencia del Señor.
Un día en que los hijos e hijas de Job estaban comiendo en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a la casa de Job y le dijo: “Tus bueyes estaban arando y tus burras pastando en el mismo lugar, cuando cayeron sobre ellos unos bandidos, apuñalaron a los criados y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo”.
No había acabado de hablar, cuando llegó otro criado y le dijo: “Cayó un rayo y quemó y consumió tus ovejas y a tus pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo”.
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y le dijo: “Una banda de sabeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron y apuñalaron a los criados. Sólo yo pude escapar para contártelo”.
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y le dijo: “Estaban tus hijos e hijas comiendo en casa de su hermano mayor, cuando un fuerte viento vino del desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo”.
Entonces Job se levantó y rasgó sus vestiduras. Luego se rapó la cabeza, se postró por tierra en oración y dijo:
“Desnudo salí del vientre de mi madre
y desnudo volveré allá.
El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó;
esa fue su voluntad:
¡Bendito sea el nombre del Señor!”
A pesar de todo lo que le sucedió, Job no pecó ni profirió ninguna insolencia contra Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 9, 46-50
Un día, surgió entre los discípulos una discusión sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta Jesús de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también al que me ha enviado. En realidad, el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande”.
Entonces, Juan le dijo: “Maestro, vimos a uno que estaba expulsando a los demonios en tu nombre; pero se lo prohibimos, porque no anda con nosotros”. Pero Jesús respondió: “No se lo prohíban, pues el que no está contra ustedes, está en favor de ustedes”.
Oración
Señor Dios y Padre de bondad que nunca desoyes las oraciones de tus hijos y nos muestras tu amor incondicional a lo largo de nuestra vida, ayúdanos a renovar nuestra confianza en ti y vivir en la fidelidad a tu Palabra, para conservarnos en tu amor y tu alabanza.
Acción
Haré unos minutos de oración en medio de las dificultades de mi vida, para decirle a Dios que, en medio de la oscuridad, su luz siempre ilumina mi vida.
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