Evangelio Del Día Martes 6 de Septiembre | Envíame a Mi | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 06 DE SEPTIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II III Semana...
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Ciclo C - Año II - Color Verde
XXIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
III Semana del Salterio
Primera Lectura 1 Corintios 6, 1-11
Salmo 149
Evangelio Lucas 6, 12-19
“Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
En el Evangelio de Lucas hemos visto a la Iglesia en actividad, en acción: Jesús que ora, que elige a los apóstoles, que da su nombre a cada uno, que sana el alma y el cuerpo y que estaba entre los discípulos, y también todo eso multitud que trataba de tocarlo, porque de él salía una fuerza que sanaba a todos. Esto es la Iglesia, lo que Pablo nos enseña es esto en acción. El apóstol afirma que la piedra angular es el mismo Jesús; y de hecho sin Jesús no hay Iglesia: él es el fundamento de la Iglesia. “Jesús fue al monte a orar y se pasó toda la noche orando a Dios. Y luego viene todo lo demás: la gente, la elección de discípulos, las curaciones, echar fuera demonios. Así que la piedra angular es Jesús, sí: pero Jesús que ora". Y Jesús reza: rezó y sigue rezando por la Iglesia. Así que la piedra angular de la Iglesia es el Señor ante el Padre que intercede por nosotros, que ora por nosotros: nosotros oramos a él, pero el fundamento es él que ora por nosotros. (Homilía Santa Marta, 28 octubre 2016)
Reflexión del Evangelio de hoy (Hna. Carmen Román Martínez O.P.)
Que no haya pleitos entre vosotros
La primera carta a los Corintios es de alguna manera, la respuesta que Pablo da a la situación que vive esta comunidad y cuya problemática tiene que ser acompañada, iluminada y respondida de acuerdo con el proyecto de vida cristiana. El apóstol tiene dos fuentes de información sobre dicha situación: por un lado, la gente de Cloe, que le informan sobre diferentes actitudes de la comunidad que provocan divisiones (1 Cor 1,11). Por otro lado, los mismos hermanos de Corinto escriben a Pablo para que dé respuesta a una serie de cuestiones que ellos no tienen del todo claras (1 Cor 7,1).
En esta ocasión, se trata de una situación que Pablo la conoce de oídas pero que provoca en él una gran indignación. En el seno de la comunidad hay hermanos que deciden resolver sus pleitos internos en tribunales paganos, y en consecuencia quienes juzgan son personas ajenas a la vida y a la fe de la comunidad cristiana. De ahí el asombro de Pablo y su sorpresa: ya es suficientemente duro que haya diferencias, disputas, robos, injusticias y pleitos entre hermanos, pero ¿no es posible resolverlo entre ellos?, ¿no hay en la comunidad alguien que actué de mediador entre ambos? El cristiano para el apóstol ha de tender a la santidad y los criterios para resolver las rupturas y las divisiones no son sentencias legales y judiciales, sino que hay que discernir para llegar a caminos de encuentro y de comunión en el Señor.
Si nuestras actitudes y comportamientos son como los del mundo, ¿cómo vamos a “santificar” el mundo? Si el amor, el compromiso con el hermano, el perdón, la conversión y la fe en Jesús Resucitado no están en el centro de nuestras vidas y relaciones, difícilmente podremos llamar hermano y hermana a ningún miembro de la comunidad, y mucho menos a las personas de nuestro mundo.
Sin embargo, lo más duro de admitir para Pablo es que haya pleitos entre hermanos, que lleguen a esa situación y la comunidad no haga ni diga nada. Por ello, les recuerda que han sido llamados, elegidos, perdonados, santificados en el nombre de Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios; y solo en su nombre somos salvados y nuestra vida transformada.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos
En el capítulo 5 del tercer evangelio, Lucas ha mostrado a sus oyentes el modelo de llamada que Jesús hace a sus discípulos y a quienes ha llamado a su seguimiento. Personas corrientes con trabajos y tareas diferentes, con personalidades opuestas, incluso con vidas morales que pueden tacharse de poco honradas. El capítulo finaliza con la novedad que trae Jesús, la imposibilidad de acogerla en modelos antiguos, “viejos”, y la necesidad de odres nuevos para escucharla y vivirla.
El evangelio de hoy, capítulo 6, muestra a un grupo amplio de discípulos que acompañan a Jesús. El Maestro va a elegir a un número más reducido que vayan con él en su camino hasta la cruz y así prepararlos para el momento en el que también ellos tengan que asumir el proyecto y el destino de Jesús.
Al igual que Dios llamó y eligió a Moisés en lo alto del Sinaí, de la misma manera que el Señor se reveló a Elías en el Horeb, así Jesús después de pasar en oración, en intimidad con el Padre, toda la noche en la montaña, desde ese lugar va a escoger a un grupo de sus discípulos. Una llamada que de nuevo espera una respuesta. De todos los que le siguen, solo Doce van a recibir una segunda llamada, algunos con un nombre nuevo para una misión concreta: ser apóstoles, enviados a continuar la buena nueva del Reino de Dios y evangelizar a todos los pueblos.
Algunos de los elegidos ya han sido presentados en el evangelio, como Simón, al que Jesús puso de nombre Pedro, piedra, la persona de referencia entre los discípulos. Cuando el Maestro no esté, él deberá aglutinar y unir a la comunidad cristiana. También Andrés, su hermano que le ha llevado hasta Jesús. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo que intimaron con el Señor y decidieron dejarlo todo, por él; y el último de los doce, Judas Iscariote, que fue el traidor. Estos doce apóstoles tienen también un significado y sentido teológico: ellos van a garantizar el futuro de la misión y del camino que recorrerá la Iglesia después de la resurrección de Jesús.
Después de la elección, el Maestro y sus discípulos bajan del monte al llano, al camino de la vida, al encuentro con el ser humano, sobre todo con aquellos que viven la fragilidad, la pobreza, la enfermedad, la miseria; todo aquel que necesita encuentros y cuidados sanadores y salvadores. Gente de la costa, del interior venían a escucharle y él les curaba de todas sus enfermedades. Todos ansían tocarlo para quedar sanos, la fuerza interior y exterior que emana la persona de Jesús libera a todo hombre y mujer de sus ataduras, físicas, psíquicas y éticas. Atreverse a tocar a Jesús, es penetrar en la dinámica de un Dios que sana nuestras heridas, rompe nuestras cadenas y nos invita continuamente a ser sus apóstoles y a anunciar el Reino en clave de gracia y salvación. ¿me siento llamado/a ser apóstol? ¿Qué implica en mi vida?
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
1 Cor 6, 1-11
Hermanos: Cuando alguno de ustedes tiene algo contra un hermano, ¿cómo se atreve a llevar el asunto ante los tribunales paganos y no ante los hermanos? ¿No saben que los hermanos van a juzgar al mundo? Y si ustedes van a juzgar al mundo, ¿no son acaso capaces de juzgar esas pequeñeces? ¿No saben que vamos a juzgar a los ángeles? Pues, cuánto más los asuntos de esta vida.
Sin embargo, ustedes, cuando tienen que resolver asuntos de esta vida, se los llevan a los que no tienen ninguna autoridad sobre la comunidad cristiana. ¿No les da vergüenza? ¿De modo que no hay entre ustedes ninguna persona competente, que pueda ser juez de ustedes, y van a pleitear, hermano contra hermano, ante los infieles? El mismo hecho de que haya pleitos entre ustedes ya es una desgracia. ¿Por qué mejor no soportan la injusticia? ¿Por qué mejor no se dejan robar? Pero no, ustedes son los que hacen injusticias y despojan a los demás, que son sus propios hermanos.
¿Acaso no saben que los injustos no tendrán parte en el Reino de Dios? No se engañen: ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios.
Y eso eran algunos de ustedes. Pero han sido lavados, consagrados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por medio del Espíritu de nuestro Dios.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Oración
Dame de tu humildad, Jesús, pues entre todas las enseñanzas que puedo recibir de tu encarnación reconozco una muy grande y es la de que te abajaste hasta nuestro nivel sólo para obtener nuestra redención y reconciliación. Dame tu gracia para abajarme en los momentos de conflicto, para poder conseguir reconciliación y armonía nuevamente.
Acción
Hoy buscaré alguna cosa en la que soy especialmente orgulloso y bajaré "la guardia" con tal de tener una relación más armoniosa con los involucrados.
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