Evangelio Del Día Miércoles 12 de Octubre | No Juzgar | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 12 DE OCTUBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXVIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II IV Semana...
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Ciclo C - Año II - Color Verde
XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
IV Semana del Salterio
Primera Lectura Gálatas 5, 18-25
Salmo 1
Evangelio Lucas 11, 42-46
“xxx”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Apóstol presenta dos frentes opuestos: por un lado las «obras de la carne», por otro el «fruto del Espíritu». ¿Qué son las obras de la carne? (…) Carne es una palabra que indica al hombre en su dimensión terrenal, cerrado en sí mismo, en una vida horizontal, donde se siguen los instintos mundanos y se cierra la puerta al Espíritu, que nos eleva y nos abre a Dios y a los demás. Pero la carne también nos recuerda que todo esto envejece, que todo esto pasa, se pudre, mientras que el Espíritu da vida. Pablo enumera, por lo tanto, las obras de la carne, que se refieren al uso egoísta de la sexualidad, a las prácticas mágicas que son idolatría y a lo que socava las relaciones interpersonales, como «discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias…» (cf. Gál 5,19-21). Todo esto es el fruto —digámoslo así— de la carne, de un comportamiento solamente humano, “enfermizamente” humano. Porque lo humano tiene sus valores, pero todo esto es “enfermizamente” humano. El fruto del Espíritu, en cambio, es «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gál 5,22): así lo dice Pablo. Los cristianos, que en el bautismo se han «revestido de Cristo» (Gál 3,27), están llamados a vivir así. (Audiencia General, 27 octubre 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fray Manuel Santos Sánchez O.P.)
María oraba con algunas mujeres y los apóstoles
Celebramos hoy la fiesta de la Virgen del Pilar. Quizás lo primero que nos sugiere María, que fue la buena Madre de Jesús, es que es también nuestra Madre y lo que nos brota espontáneamente es acudir a ella para pedirle algo, algo que creemos que necesitamos. Por eso, el pasaje de la primera lectura de hoy nos sorprende un poco. Una vez que Jesús concluyó su etapa en la tierra, y subió al cielo después de su muerte y resurrección, vemos a María en compañía de otras mujeres y de los apósteles en la casa de Jerusalén “dedicándose a la oración”. Además de nuestra Madre, María es también para nosotros nuestro ejemplo. La debemos imitar en su actitud de orar junto a los amigos de Jesús. Nunca hemos de cansarnos, en las diversas circunstancias por las que atraviese nuestra vida, de elevar nuestro corazón en unión con nuestros hermanos a nuestro Padre Dios, el que siempre tiene sus oídos y su corazón abiertos para nosotros.
Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron
Cuando Jesús inició su vida pública se dio a conocer poco a poco. A través de la predicación de su palabra, a través de los signos especiales que hacía, muchos de sus oyentes empezaron a intuir que Jesús era una persona especial. Sus palabras no eran como las de las demás personas. Tenían un algo que tocaba lo más íntimo de nuestro vivir humano y arrojaban una luz como nadie antes lo había hecho. Algunos, empezando por sus apóstoles, comenzaron a intuir que estaban ante el Hijo de Dios.
Una de sus oyentes, una mujer, con acento femenino y materno, se desbordó y ante el gentío que le estaba escuchando gritó: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”. Un gran elogio de María, la madre de Jesús
Los cristianos de todos los tiempos siempre hemos reconocido “las obras grandes” con las que el Señor favoreció a María. Empezando por el inigualable privilegio de su maternidad divina. Y en ella, mejor que en nadie, se cumplen también las palabras de Jesús: “Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!”. Lejos de rebajar a María, esta afirmación es un nuevo piropo de Jesús a su Madre, porque nadie como ella escuchó la palabra de Dios y la cumplió. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu voluntad”
Pidamos a María, en su advocación de la Virgen del Pilar, que nos ayude a imitarla, a escuchar con atención y emoción las palabras de su Hijo y que nos dé fuerzas para cumplirlas sabiendo que nos llevan a la alegría de vivir.
LECTURA DEL DÍA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas
Gal 5, 18-25
Hermanos: Si los guía el Espíritu, ya no están ustedes bajo el dominio de la ley.
Son manifiestas las obras que proceden del desorden egoísta del hombre: la lujuria, la impureza, el libertinaje, la idolatría, la brujería, las enemistades, los pleitos, las rivalidades, la ira, las rencillas, las divisiones, las discordias, las envidias, las borracheras, las orgías y otras cosas semejantes. Respecto a ellas les advierto, como ya lo hice antes, que quienes hacen estas cosas no conseguirán el Reino de Dios.
En cambio, los frutos del Espíritu Santo son: el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de sí mismo. Ninguna ley existe que vaya en contra de estas cosas.
Y los que son de Jesucristo ya han crucificado su egoísmo junto con sus pasiones y malos deseos. Si tenemos la vida del Espíritu, actuemos conforme a ese mismo Espíritu.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 11, 42-46
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!”
Entonces tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: “Maestro, al hablar así, nos insultas también a nosotros”. Entonces Jesús le respondió: “¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!”
Oración
Espíritu Santo, haz crecer en mí tus frutos; ven, poder de lo alto, y desarrolla en mí el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio de mí mismo.
Acción
Hoy revisaré cada uno de los frutos del Espíritu y los confrontaré con mi vida para evaluar qué tanto he dejado actuar a Dios en mi vida.si hay algo más en lo que yo pueda cooperar y haré los ajustes necesarios para hacerlo.
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