Evangelio Del Día Miércoles 5 de Abril | Jesús Sufre Con Nosotros | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 5 DE ABRIL DE 2023 Ciclo A - Año I - Color Morado Miércoles Santo Semana del Tiempo de Cuaresma Liturgia de las Horas Tomo II...
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Ciclo A - Año I - Color Morado
Miércoles Santo Semana del Tiempo de Cuaresma
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Isaías 50, 4-9
Salmo 68
Evangelio Mateo 26, 14-25
“¿Soy yo acaso, Señor?”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Miércoles Santo también se llama “miércoles de la traición”, el día en que se subraya en la Iglesia la traición de Judas. Judas vende al Maestro. También hoy en día se vende gente. Todos los días. Hay Judas que venden a sus hermanos y hermanas: explotándolos en el trabajo, no pagando lo justo, no reconociendo los deberes... Hoy en día el comercio de seres humanos es como el de otros tiempos: se hace. ¿Y esto por qué? Porque Jesús lo dijo. Él le dio al dinero un señorío. Jesús dijo: “No podéis servir a Dios y al dinero” (cf. Lc 16,13), dos señores. Es lo único que Jesús pone a un nivel, y cada uno de nosotros debe elegir: o sirves a Dios, y serás libre en la adoración y el servicio, o sirves al dinero, y serás esclavo del dinero. Esta es la opción; y mucha gente quiere servir a Dios y al dinero. Y esto no puede ser. (Homilía Santa Marta, 8 abril 2020)
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY (Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P.)
El Señor me ayuda
Estamos en la víspera del Triduo Pascual, en el que vamos a celebrar, de nuevo, el misterio de la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Y las lecturas de la eucaristía de hoy nos introducen ya en el ambiente que se respira en su entorno.
La primera lectura nos ofrece el cuarto canto del poema del Siervo de Yahvé, del libro de Isaías. Con muchas interpretaciones posibles y válidas, la Iglesia no ha dudado en aplicar a Jesús estos cantos del Siervo.
Y es que Jesús es el Siervo por excelencia. Ha descubierto la misión que el Padre le confía, y su decisión de realizarla se mantiene intacta en todo momento. El problema se genera sin remedio porque el Dios y el Reino que Jesús anuncia no son “compatibles” con las creencias, las prácticas y los intereses religiosos y políticos de su contexto.
Es paradójico que alguien que “pasó haciendo el bien”, ofreciendo sanación, salvación, nuevas oportunidades, reconocimiento, cercanía… recibiera como respuesta lo que hoy escuchamos en el canto del Siervo de Yahvé.
Hay un mensaje de parte de Dios que aquel mundo (¿cómo nuestro mundo?) no estaba dispuesto a recibir. Y eso tiene como consecuencia el sufrimiento que trata de aniquilar al mensajero. Jesús sabe, desde lo más profundo de su ser, que el Señor está con él, y esa es la única fuerza que le sostiene.
De manera desconcertante el fracasado va a ser el triunfador. Este final “feliz” no debería hacernos olvidar lo que significó para Jesús su apuesta por el Reino de Dios. Tal vez así, podamos ir asumiendo que seguir a Jesús no parece compatible con una vida tranquila, apacible, feliz, sin problemas… que quizá nos gustaría a todos, y sin embargo no parece ser sinónimo de felicidad ni vida plena, si miramos a Jesús.
¿Soy yo acaso, Señor?
Una historia, la del evangelio de hoy, que seguramente preferimos mirar desde “fuera”. Es muy fuerte este relato para dejarse tocar por él en nuestro interior. Por eso quizá se han generado a lo largo de la historia tantas hipótesis en torno a la persona de Judas. Desde esta mirada externa podemos sentir el mismo asombro que en la primera lectura ante el trato que Jesús recibe.
Judas ha vivido con él tres años y no sólo no ha entendido nada (tampoco los demás apóstoles) sino que ya no espera nada del proyecto de Jesús. Mejor acabar con todo ya. Tal vez consideraba que él tenía una visión más acertada de la realidad y de cómo había que afrontarla… el hecho definitivo es que lo traiciona y lo entrega. No podemos entrar en el misterio de la vida de Judas.
Sí podemos y debemos entrar en nuestro propio misterio personal, y plantearnos a fondo esa misma pregunta de los discípulos en la Cena ¿soy yo acaso, Señor?
Nuestro deseo es seguirle, pero ¿no habrá momentos, actitudes, acciones u omisiones que signifiquen que le estamos traicionando, dando la espalda, prescindiendo de él? Les ocurrió a todos los que le acompañaban en la Cena. El peligro, el miedo, la fragilidad humana… Nosotros no somos diferentes.
Lo que sí tenemos siempre es la posibilidad de “volver”, de reencontrarle, de pedir perdón… Jesús nos ha mostrado un Dios que está siempre, que nos espera siempre, que nos concede siempre una nueva oportunidad. ¡Esa es nuestra gran suerte!
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro de Isaías
Is 50, 4-9
En aquel entonces, dijo Isaías:
"El Señor me ha dado una lengua experta,
para que pueda confortar al abatido
con palabras de aliento.
Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído,
para que escuche yo, como discípulo.
El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.
Pero el Señor me ayuda,
por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia,
¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente.
El Señor es mi ayuda,
¿quién se atreverá a condenarme?''
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Mt 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?" Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?" Él respondió: "Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ". Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.
Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso soy yo, Señor?" Él respondió: "El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?" Jesús le respondió: "Tú lo has dicho".
Oración
Tú eres mi ayuda, por eso no quedaré confundido, y sé que no quedaré avergonzado. Pues sé qué cercano estás de mí, tú que me haces justicia. ¿Quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? si el Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?
Acción
Hoy dedicaré un rato de oración para confiar a Dios toda mi vida: el pasado, el presente y mi futuro.
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