Evangelio Del Día Sábado 19 de Noviembre| Es Dios De Vida | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 19 DE NOVIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXXIII Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II I Semana...
show moreLITURGIA - 19 DE NOVIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
I Semana del Salterio
Primera Lectura Apocalipsis 11, 4-12
Salmo 143
Evangelio Lucas 20, 27-40
“Son hijos de Dios, son hijos de la resurrección”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Nuestra peregrinación va de la muerte a la vida: la vida plena. Nosotros estamos en camino, en peregrinación hacia la vida plena, y esa vida plena es la que ilumina nuestro camino. Por lo tanto, la muerte está detrás, a la espalda, no delante de nosotros. Delante de nosotros está el Dios de los vivientes... Está la derrota definitiva del pecado y de la muerte, el inicio de un nuevo tiempo de alegría y luz sin fin. Pero ya en esta tierra, en la oración, en los Sacramentos, en la fraternidad, encontramos a Jesús y su amor, y así podemos pregustar algo de la vida resucitada. (Ángelus, 10 noviembre 2013)
Reflexión del Evangelio de hoy (Fr. Mitxel Gutiérrez Sánchez O.P.)
Unos tiempos y otros tiempos
En este pasaje, San Lucas, en boca de Jesús, nos presenta como dos momentos de nuestra existencia, los tiempos de aquí y los tiempos de después de la resurrección. Todo ello por la actitud de los saduceos que se empeñan en establecer un debate intelectual y de escuela con Jesús, por eso le llaman Maestro.
Para nosotros este planteamiento nos resulta difícil, pero es necesario darse cuenta que, cuando Lucas escribió este evangelio, aún existían personas judías que pensaban así. Que mantenían la ley del “levirato”. Ésta pretendía mantener unas realidades vividas y practicadas en el ambiente judío; a) la importancia de la familia, que vive agrupada la mayoría de las veces; b) la poligamia, permitida a los varones; c) la prioridad concedida a las necesidades de los varones más bien que a la de las mujeres; d) la importancia de la descendencia para asegurar la continuidad del nombre.
Sin embargo, la respuesta de Jesús no se refiere principalmente a ese aspecto. Distingue, por una parte, los «tiempos» y manifiesta, por otra, refiriéndose a Dios, la naturaleza de la «resurrección», tan a menudo mencionada. Al leer estos versículos, llama la atención la importancia concedida a ciertos términos: hijos de Dios e hijos de la resurrección.
Nosotros somos hijos de la Resurrección
Ciertamente es difícil afirmarlo, si no se admite y se cree en la Resurrección de Jesús y además resulta atrevido afirmar que todos vamos a resucitar. Asimismo, es difícil de explicar y de entender lo de la resurrección de las personas, pues no es cuestión de razonar y explicar un misterio. Deberíamos preguntarnos cómo nos situamos nosotros ante este misterio y qué repercusión tiene en nuestra vida.
Jesús, como respuesta a una resurrección ofrecida por la ley, que desemboca en el disparate presentado, responde con una resurrección fijándose en dos situaciones existenciales: los dos tiempos de nuestra existencia y las dos categorías humanas; todos, por un lado, y justos y elegidos, por otro.
Sabemos o creemos que el pecado y la muerte son vencidos a la vez en Jesucristo. Los que creen en el evangelio de Jesucristo se convierten en nuevas criaturas: en hijos de Dios. En la resurrección, los seres resucitados serán «cuerpos espirituales» es decir, serán, como los ángeles, personas con un cuerpo no sometido a la corrupción, vivificados por el Espíritu, que no ofrece ya posibilidad alguna a la muerte.
Es muy interesante cómo termina la discusión con dos afirmaciones fundamentales. La primera es que Dios es un Dios de vivos. Vive y siempre está vivo. Si somos hijos de Dios viviremos, ya que la frase “hijos de” señala un parentesco y una dependencia, por eso somos hijos de resurrección, gozamos de ella y participamos de ella. Viviremos. La segunda es: que nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Esta transformación es consecuencia, fruto y mérito de nuestro amigo Jesús.
Exigencia: vivir la vida humana con sentido, con agradecimiento, disfrutarla, entregarla; en la entrega vivimos el amor y engendramos la esperanza, sabiendo, como recitamos en el salmo, que Dios es nuestro alcázar y fortaleza.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Apocalipsis
Apoc 11, 4-12
Yo, Juan, oí que me decían: “Aquí están mis dos testigos. Son los dos olivos y los dos candelabros, que están ante el Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, su boca echará fuego que devorará a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño, morirá sin remedio.
Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva mientras dure su misión profética; tienen poder para convertir el agua en sangre y para castigar la tierra con toda clase de plagas, cuantas veces quieran.
Pero, cuando hayan terminado su misión, la bestia que sube del mar les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, donde fue crucificado su Señor, y que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto.
Durante tres días y medio, gentes de todos los pueblos y razas, de todas las lenguas y naciones contemplarán sus cadáveres, pues no permitirán que los sepulten. Los habitantes de la tierra se alegrarán y regocijarán por su muerte y se enviarán regalos los unos a los otros, porque estos dos profetas habían sido el azote de ellos.
Pero después de los tres días y medio, un espíritu de vida, enviado por Dios, entrará en ellos: se pondrán de pie y todos los que los estén viendo se llenarán de espanto. Oirán entonces una potente voz, que les dirá desde el cielo: ‘Suban acá’. Y subirán al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos”.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?”
Jesús les dijo: “En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los ángeles e hijos de Dios, pues él los habrá resucitado.
Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven’’.
Entonces, unos escribas le dijeron: “Maestro, has hablado bien”. Y a partir de ese momento ya no se atrevieron a preguntarle nada.
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