Evangelio Del Día Viernes 25 de Noviembre | Vivir El Presente | Hoy en Oración
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Evangelio Diario LITURGIA - 25 DE NOVIEMBRE DE 2022 Ciclo C - Año II - Color Verde XXXIV Semana del Tiempo Ordinario Liturgia de las Horas Tomo II II Semana...
show moreLITURGIA - 25 DE NOVIEMBRE DE 2022
Ciclo C - Año II - Color Verde
XXXIV Semana del Tiempo Ordinario
Liturgia de las Horas Tomo II
II Semana del Salterio
Primera Lectura Apocalipsis 20, 1-4. 11-21, 2
Salmo 83
Evangelio Lucas 21, 29-33
“El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Las palabras del Señor no pasan. Establece una distinción entre las cosas penúltimas, que pasarán, y las cosas últimas, que permanecerán. Es un mensaje para nosotros, para orientarnos en nuestras decisiones importantes de la vida, para orientarnos sobre en qué conviene invertir la vida. ¿En lo que es transitorio, o en las palabras del Señor, que permanecen para siempre? Evidentemente, en estas. Pero no es fácil. De hecho, las cosas que caen bajo nuestros sentidos y nos dan satisfacción inmediata nos atraen, mientras que las palabras del Señor, aunque son hermosas, van más allá de lo inmediato y requieren paciencia. Estamos tentados de agarrarnos a lo que vemos y tocamos y nos parece más seguro. Es humano, la tentación es esa. Pero es un engaño, porque «el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». (Angelus, 14 noviembre 2021)
Reflexión del Evangelio de hoy (Monasterio Ntra. Sra. de la Piedad - MM. Dominicas)
Y se abrió otro libro, el registro de los vivos
Estamos en el penúltimo día del año litúrgico, terminando también el libro del Apocalipsis, último libro de la revelación, que comenzamos a leer hace doce días.
Ya habíamos visto el libro sellado, abierto por un Cordero degollado. Después el otro librito “agridulce” que se le dio a comer al profeta y ahora aparece otro libro: el de la Vida.
Todo aquél que está escrito en este libro, tiene vida eterna y no será arrojado “al lago del fuego”, que es la segunda muerte. Aquí se nos está indicando que si somos sensatos, nuestra forma de vivir la vida se tiene que ir contrastando con la de Jesús, el gran “libro revelado”.
Si queremos entrar en la Jerusalén “que desciende del cielo”, hemos de arrojar de nosotros los pecados y complicidades del mal de la vieja Babilonia y esperar a que Dios nos envíe a esa “novia adornada para su esposo”.
Sabed que está cerca el reino de Dios
La parábola del evangelio de hoy se sitúa al final del discurso de Jesús sobre las señales del fin. La higuera que retoña nos está indicando que el verano se aproxima. Ya se está pasando el invierno de la desolación y persecución; los campos del verano ya están en mies y los árboles dan su fruto. Así también vosotros, cuando veáis éstas señales, sabed que está cerca el reino de Dios.
Y añade que los de esta generación lo verán; ya se lo anunció a Natanael en su primera llamada: “veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Jn 1, 51).
El reino nace en el corazón que le ama, pero no es fácil identificar estas señales con el reinado de Dios porque ya dijo Jesús a los fariseos que le pedían un signo, que no se le darían más señal, que el signo de Jonás (c.f. Mt 12,39).
Finalmente, cuando juzgaron a Jesús en el consejo del sanedrín éste respondió: “El Hijo del hombre estará sentado desde ahora a la derecha del poder de Dios”. (Lc 22,69). Cielo y tierra pasarán más sus palabras no pasarán.
LECTURA DEL DÍA
Lectura del libro del Apocalipsis
Apoc 20, 1-4. 11–21, 2
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo, con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. El ángel sujetó al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo o Satanás, y lo encadenó durante mil años. Lo arrojó al abismo, lo encerró y puso un sello, para que ya no pudiera engañar a los pueblos hasta que pasaran mil años. Después de esto, es necesario que lo suelten un poco de tiempo.
Vi también unos tronos, donde se sentaron los encargados de juzgar. Vi, además, vivos a los que habían sido sacrificados por dar testimonio de Jesús y proclamar la palabra de Dios, y a todos los que no adoraron a la bestia ni a su estatua, y no se dejaron poner su marca en la frente ni en la mano. Estos revivieron y reinaron con Cristo durante mil años.
Vi después un trono brillante y magnífico, y al que estaba sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos unos libros y también el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras, que estaban escritas en esos libros.
El mar devolvió sus muertos; la muerte y el abismo devolvieron los muertos que guardaban en su seno. Cada uno fue juzgado según sus obras. La muerte y el abismo fueron arrojados al lago de fuego; este lago es la muerte definitiva. Y a todo el que no estaba inscrito en el libro de la vida lo arrojaron al lago de fuego.
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y el mar ya no existía.
También vi que descendía del cielo, desde donde está Dios, la ciudad santa, la nueva Jerusalén, engalanada como una novia que va a desposarse con su prometido.
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Lucas
Lc 21, 29-33
En aquel tiempo, Jesús propuso a sus discípulos esta comparación: “Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando ven que empiezan a dar fruto, saben que ya está cerca el verano. Así también, cuando vean que suceden las cosas que les he dicho, sepan que el Reino de Dios está cerca. Yo les aseguro que antes de que esta generación muera, todo esto se cumplirá. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse”.
Oración
Tú, Señor, que todo lo recreas y lo haces nuevo, hazme una nueva persona. Que así como tu misericordia es nueva cada mañana, lo sea también mi amor y fidelidad a ti; quiero contribuir con la obra maravillosa de crear un cielo nuevo y una tierra nueva, haz de mí, Señor, un instrumento de tu amor.
Acción
Hoy frente a la injusticia y desesperanza de las noticias diarias en nuestro mundo, pensaré en cómo sería cada situación si Dios estuviera en ella, y pondré mi granito de arena para llevarlo a los eventos cotidianos.
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