Evangelios-008 Tres tipos de tentaciones

Jan 17, 2024 · 8m 1s
Evangelios-008 Tres tipos de tentaciones
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Jesús, después de pasar cuarenta días y cuarenta noches sin comer, estaba cansado y hambriento. El maligno, aprovechando el momento, vino a molestarlo con tres tentaciones. Las tres tentaciones de...

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Jesús, después de pasar cuarenta días y cuarenta noches sin comer, estaba cansado y hambriento.
El maligno, aprovechando el momento, vino a molestarlo con tres tentaciones. Las tres tentaciones de Jesús en el desierto representan tres tipos diferentes de tentaciones que todos enfrentamos. Y es que aunque parece que la tentación o dificultad que estamos pasando es única, lo cierto es que, como se suele decir, no hay nada nuevo bajo el sol.
El ser humano ha experimentado las mismas tentaciones a través de los siglos, y el tentador no tiene que pensar mucho para hacernos caer en los mismos errores de nuestros antepasados.

Sin embargo, como veíamos anteriormente, es posible resistir la tentación y salir corriendo de las situaciones que nos provocan a hacer aquello que no queremos hacer.

El poder identificar la tentación es el primer paso para la victoria. Podríamos decir que todas las tentaciones se pueden clasificar en tres tendencias del hombre hacia Dios.
Podemos decir que el ser humano tiene la tentación constante de ignorar a Dios, de manipular a Dios, o de sustituir a Dios. Esta clasificación no es única ni original, pero me gustó la enseñanza de mi esposo y la quiero compartir.

En la primera tentación, Satanás vino a Jesús, y mostrándole las piedras del desierto alrededor, “le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.” (4:3)

Jesús era el Hijo de Dios, y podía hacer milagros. Sabemos que podría haber convertido cualquier objeto o sustancia en algo bueno para comer, pero Él no había sido guiado al desierto para satisfacer su hambre. La voluntad del Padre para Él en esta ocasión era otra. Su respuesta a Satanás vino de la Ley sagrada: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (4:4)

Jesús dejó al tentador sin palabras. Este quería que Jesús ignorara el deseo de Dios para satisfacer sus propios deseos. Y así hay muchas tentaciones en nuestra vida que se asimilan a esta. No era nada malo lo de comer pan después de tantos días sin comer. Solemos nosotros preguntar ¿y qué hay de malo en esto o aquello? Puede que en sí no sea malo, pero si nos desvía de lo que Dios desea que hagamos, entonces tenemos que decidir si vamos a agradar a Dios, o vamos a hacer lo que nos pide el cuerpo aquí y ahora. De eso trataba la primera tentación.

Satanás, viendo que había perdido, fue a tentarlo una segunda vez. En esta ocasión, vemos en Mateo 4:5-6 que “el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti,
En sus manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra.
Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

Qué listo el tentador. Ya que Jesús le había respondido con las Escrituras, él sacó fuera de contexto unos textos bíblicos para intentar hacer que Jesús pecara.

¿Pero cómo sería pecado saltar del templo? podrías preguntar. Si Jesús se hubiera tirado de la parte más alta del templo, Dios no podría dejarlo morir, verdad? Dios tendría que salvarlo de algún modo para cumplir el plan para el cual Jesús había venido al mundo. Tirándose del templo, Jesús estaría manipulando a Dios para su propio beneficio en lugar de obedecer a Dios sin reservas ni chantajes.
¿Cuántas veces pensamos que podemos manipular a Dios? Tentamos a Dios cuando nos convencemos de que si hacemos algo Él tendrá que responder de cierto modo. En lugar de hacer que Dios actúe a nuestro antojo, deberíamos decir, como Cristo nos enseñó a orar, que la voluntad del cielo sea hecha aquí en la Tierra, y no viceversa.

El maligno probó de nuevo con otra tentación. Mostrándole desde un monte todo el territorio alrededor, “ todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.” (Mateo 4:8-9)

¡Qué absurda proposición! La Tierra y su plenitud pertenecen a Dios. Jesús era Dios, y Él tendrá potestad sobre todo reino y toda gloria, en su tiempo. Mas Satanás se lo ofrecía ahora. Si para conseguir algo, Jesús tenía que reemplazar a Dios, adorando en su lugar al mismo diablo, ¿cómo podría volver a levantar la cabeza y cumplir el plan de Dios para la humanidad?
Nos dice el versículo 9 que Jesús “le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”

Nadie ni nada puede tomar el lugar de Dios en nuestras vidas. Todo lo que reemplace a Dios se convertirá en un ídolo para nosotros. Dios quiere que adoremos y sirvamos a Él. Podemos incluso intentar reemplazar a Dios nosotras mismas, queriendo hacer aquello que solo Dios puede. Intentamos estar en todas partes a todas horas, controlar todo lo de nuestro alrededor, y dejando de depender de nuestro Creador, acabamos alzándonos a nosotras mismas sin querer. Y lo peor de todo es que no lo disfrutamos. Cuánto mejor es dejar que Dios sea Dios, y postrarnos ante él para servirle con gozo.

Jesús contestó a cada tentación con la Palabra Escrita y sin titubear. Y el Tentador, viendo que no podía hacerle caer, se marchó. Preparémosnos con la Palabra de Dios para estar firmes ante las tentaciones del maligno, y así poder dar gloria a aquel que nos ama y nos cuida.
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Author David y Maribel
Organization David y Maribel
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