Evangelios-054 Fe en el Verdadero
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Lucas 17:1-19 Mt. 18.6-9; Marcos 9:42-50; Lc. 17.1-2 Los evangelios nos relatan algunas de las conversaciones que Jesús y sus discípulos mantuvieron mientras iban por el camino. En aquellos días,...
show moreMt. 18.6-9; Marcos 9:42-50; Lc. 17.1-2
Los evangelios nos relatan algunas de las conversaciones que Jesús y sus discípulos mantuvieron mientras iban por el camino. En aquellos días, los trayectos se hacían a pie, por lo que tenían tiempo de sobra para hablar y aprender del Maestro. En Lucas 17:1-4 Jesús les habló de la importancia de apoyarse unos a otros, y no ser piedra de tropiezo. “Dijo Jesús a sus discípulos: Imposible es que no vengan tropiezos; mas ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le fuera que se le atase al cuello una piedra de molino y se le arrojase al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos. Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.” No podemos hablar de esto suficiente. Como dice el texto, fracasos habrá, caídas vendrán, pero examinemos nuestro andar, para que no seamos nosotras las que provoquemos la caída de otros. Y mantengamos nuestro paso firme en Cristo. Lo precioso es que como leemos en el Salmo 37:24 “Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, Porque Jehová sostiene su mano.” Ayudemos a otros también para que caigamos menos y nos mantengamos asidos de Su mano.
Jesús enseñó a sus discípulos que lejos de ser piedra de tropiezo, debían estar atentos para facilitar el acceso de todo aquel que buscaba a Dios, sin importar su situación o su origen, para que puedan entrar en Su reino. Camino a Jerusalén, pasando entre Samaria y Galilea, Jesús encontró a diez leprosos. Estos no podían presentarse en el templo al menos que fueran sanados, pero sabían que Jesús era su única esperanza.
“Y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.”
Leprosos, de Galilea algunos, de Samaria otros, mas solo uno volvió en busca del que lo había sanado.
“Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”
Diez vieron el poder y la bondad de Jesús en sus propias vidas. Mas solo uno vino a Cristo en busca de sanación espiritual. Y solo ese, por fe, fue salvo.
Los discípulos pidieron a Jesús “Auméntanos la fe,” Mas Jesús les aseguró que no era cuestión de tener mucha fe, sino de tener fe en Él.
Digamos que la cantidad de fe no es lo que importa, sino el objeto de nuestra fe. En medio de filosofías que sugieren que creer es poder, lo que realmente importa es que creamos en el único que tiene poder para dar y quitar la vida, Dios mismo.
¿Quieres la salvación de tu alma? ¿Quieres vivir asida de Cristo y no caída y cayendo todo el tiempo? ¿Quieres ser de apoyo a otros y no de tropiezo? ¿Quieres que la gloria de Dios se manifieste en tu vida? Solo tienes que tener una pizca de fe, pero fe en el verdadero; en el único Dios y Salvador.
Jesús enseñó a sus discípulos que lejos de ser piedra de tropiezo, debían estar atentos para facilitar el acceso de todo aquel que buscaba a Dios, sin importar su situación o su origen, pudiera entrar en Su reino. Camino a Jerusalén, pasando entre Samaria y Galilea, Jesús encontró a diez leprosos. Estos no podían presentarse en el templo al menos que fueran sanados, pero sabían que Jesús era su única esperanza.
“Y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,
y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Leprosos, de Galilea algunos, de Samaria otros, mas solo uno volvió en busca del que lo había sanado.
“Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.”
Diez vieron el poder y la bondad de Jesús en sus propias vidas. Mas solo uno vino a Cristo en busca de sanación espiritual. Y solo ese, por fe, fue salvo.
Los discípulos pidieron a Jesús “Auméntanos la fe,” Mas Jesús les aseguró que no era cuestión de tener mucha fe, sino de tener fe en Él.
Digamos que la cantidad de fe no es lo que importa, sino el objeto de nuestra fe. En medio de filosofías trascendentales que sugieren que creer es poder, lo que realmente importa es que creamos en el único que tiene poder para dar y quitar la vida, Dios mismo.
¿Quieres la salvación de tu alma? ¿Quieres vivir asida de Cristo y no caída y cayendo todo el tiempo? ¿Quieres ser de apoyo a otros y no de tropiezo? ¿Quieres que la gloria de Dios se manifieste en tu vida? Solo tienes que tener una pizca de fe, pero fe en el verdadero; en el único Dios y Salvador,
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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