Hebreos-156 La disciplina es provechosa
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La disciplina es provechosa ¿A quién le gusta la disciplina? No sé, depende, supongo. La disciplina en sentido positivo implica enseñanza, guía, dirección para ayudarnos a llegar a un buen...
show more¿A quién le gusta la disciplina? No sé, depende, supongo. La disciplina en sentido positivo implica enseñanza, guía, dirección para ayudarnos a llegar a un buen fin. Pero debemos admitir que la disciplina implica a menudo corrección, y en ocasiones si el caso lo requiere, castigo. El propósito de la disciplina, sin embargo, debe siempre ser el bien del que la recibe. Un castigo sin ánimo de ayudar a aquel que lo recibe no se puede considerar disciplinario, si no da posibilidad de restauración. Sería este meramente punitivo y sin un fin educativo. Muchas veces este castigo sirve para que otros vean las consecuencias de una acción y se mantengan lejos de tal comportamiento. En ese caso tiene un sentido positivo para otros, aunque no para el sujeto en sí.
Quisiera tratar aquí la disciplina en el sentido formativo, es decir aquella que tiene como fin mejorar a la persona objeto de la disciplina.
La palabra disciplina está relacionada a la palabra discípulo. Un discípulo es un alumno, alguien que está aprendiendo. Así, el que enseña imparte una disciplina. De hecho utilizamos la palabra disciplina para hablar de una asignatura o área de conocimiento.
Pensemos en la disciplina como un aprendizaje, no solo teórico, sino mayormente práctico. La disciplina de la que habla Hebreos es esa corrección que nos conviene cuando nos desviamos de la enseñanza que queremos conseguir. Así, cuando alguien nos disciplina de este modo, deberíamos verlo como algo bueno, necesario y provechoso. Hebreos 12:11 dice: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
La disciplina ocurre en primer lugar en el ámbito del hogar. Cuando un bebé nace, los primeros responsables de su educación son sus padres. No pasa mucho tiempo hasta que estos comienzan a guiar al niño en el camino en el que ha de ir. Es por esto que no dejamos que nuestros pequeños alcancen el objeto punzante que quiere, o que se meta a la boca cualquier cosa que encuentra en el suelo. Aunque el pequeño llore al no poder salirse con la suya, la disciplina es provechosa y lo protege de peligros y daños.
Hebreos compara la disciplina del Señor con la de los padres en los versículos 9 y 10:
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad.”
Está admitiendo que nuestros padres terrenales, aunque bien intencionados, no aciertan al 100% en sus decisiones y correcciones, y además, no nos disciplinan durante toda nuestra vida. La disciplina del hogar tiene su propósito y su tiempo, y llega el día en que esta ya no tiene efecto en nuestras vidas. Sin embargo, la enseñanza y la corrección del Señor es perfecta y duradera.
Dios disciplina a los que son suyos, y su disciplina demuestra una relación con él.
Del mismo modo que una madre disciplina a sus hijos, pero no se dedica a disciplinar a los que no son suyos (a nadie le gusta que le llame la atención un extraño), Dios no suele disciplinar a los que no son suyos. Si notas la disciplina del Señor, da gracias. Si en algún momento tienes la sensación de que otros pueden hacer lo que quieren y las cosas les van bien y no se sienten mal; pero a ti te da la impresión de que cuando tú haces lo mismo todo se “vuelve en tu contra” y no tienes paz interior, da gracias que Dios te guarda y te guía. No va a dejar a uno de sus hijos desviarse sin antes darle un toque de atención.
Dice Hebreos 12:7-8: “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.”
Queremos ser contados entre los hijos de Dios, aquellos que conocen Su nombre y a los que Dios conoce. Leemos en el capítulo 12 que cuando nos acercamos a Dios, no nos acercamos al monte Sinaí, donde la presencia de Dios era fuego consumidor. A tal monte era imposible acercarse y salir con vida, mas nos dice Hebreos que nos acercamos al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” Por Cristo nos acercamos al pacto que da vida, y cuando nos instruye y nos corrige, lo hace firmemente, pero con amor.
¿Cómo podría alguien rechazar tal disciplina? El texto continúa advirtiendo en cuanto al peligro de desechar la corrección. Si nos resistimos a la amonestación y continuamos en nuestro camino erróneo, nos puede pasar como a Esaú, el cual cambió la bendición duradera por un placer momentáneo cuando vendió su primogenitura por un plato de potaje, y nos dice el texto que no tuvo oportunidad de rectificar.
“Mirad que no desechéis al que habla, (dice Hebreos). Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.”
Hebreos 12:25,
Aquel que conmovió la Tierra, conmoverá también los cielos. “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” (28-29)
Dios el Todopoderoso nos disciplina con amor, como un padre a su hijo que ama, deseando lo mejor para nosotros. Entonces, aprovechemos esta disciplina. Prestemos atención a sus instrucciones y correcciones para que podamos disfrutar paz y gozo verdadero.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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