Números-034 La presencia de Dios en la rebeldía
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Estamos leyendo en el libro de Números, yendo esta semana hacia la última sección del libro. Al leer sobre la vida de los israelitas en el desierto, me llama la...
show moreLeemos cómo el pueblo volvía a Dios en ocasiones y Dios les daba victorias, pero en otros momentos los mismos que habían venido a Dios para pedir su protección y habían gustado la victoria se olvidaban para quejarse. Justo después de la victoria ante el rey Arad, nos dice el capitulo 21: 4-5 “Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.”
Habían tenido una victoria, pero tendrían que viajar hacia el Mar Rojo para rodear Edom porque no les permitían cruzar su territorio (Edom eran los descendientes de Esaú?) Vemos que tuvieron que retroceder, para poder seguir avanzando.
Esto los desanimó y murmuraron contra Dios y contra Moisés. Dios aquí protege a Moisés, el cuál ya había recibido la queja de este pueblo en tantas ocasiones. Dios no les da contestación, pero vemos que les viene un verdadero problema, unas serpientes venenosas que mordían a muchos y los mataban con su veneno. Es entonces que el pueblo se da cuenta de su pecado, incluso sin necesidad de que Dios ni nadie les reprenda. Cuando viene la verdadera dificultad se dan cuenta que todas sus quejas eran sin sentido. Vienen a Dios arrepentidos. Nos dice el versículo 7: “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.”
Dios instruye a Moisés que haga una serpiente de bronce en un asta para que cualquiera que fuere mordido y mirare a ella viviera. Y así fue,
“ Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta;
y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.”Números 21:9
A esta historia haría referencia siglos más tarde el evangelio de Juan para explicar la obra sanadora de Cristo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.” Juan 3:14.
Aunque atacado por el veneno mortal, todo aquel que mirara hacia aquella serpiente de bronce viviría. Del mismo modo, aunque nosotros estemos manchados por el pecado, al mirar a Cristo, en Hijo del Hombre levantado en la cruz, recibimos vida. Cristo es el sacrificio que quita el veneno del pecado. Es Cristo el que Dios ha provisto para darnos perdón y salvación.
Tras este incidente, vemos que el pueblo de Dios pudo seguir el camino hacia Obot, Ije-abarim, rodeando Moab, hasta el pozo de Beer donde Dios proveyó agua para el pueblo. Vemos que Dios en todo momento los acompañó. Les dio victoria ante pueblos que les atacaron: los cananeos del Neguev, los amorreos de Hesbón, Didón, Nofa y Medea, Jázer, y los de Basán.
Dios estuvo con ellos, dando ánimo ante el peligro y proporcionando la victoria: Diciendo, como en el 21:34: “No tengas miedo, porque en tu mano los he entregado.”
Lo que me llama la atención, como he comentado al principio, es que Dios los está cuidando, incluso cuando el pueblo es desobediente y quejica. Soy madre, y maestra, y por eso puedo llegar a entenderlo un poco. Cuando deseas el bien para tus hijos o tus alumnos, aún cuando son desobedientes y quejicas, no los abandonas. Puede que tengas que proporcionarles un castigo que les muestre el mal que están haciendo, y en muchas ocasiones, el mal que se están haciendo a ellos mismos. Pero no por eso les deseas mal tú. Al contrario, aún cuando no han entendido el daño que su comportamiento está causando, los acompañas pacientemente, esperando que en algún momento, como en el incidente de las serpientes, se den cuenta de su error y estén preparados para rectificar. Esto es porque los amas y lo que más deseas para ellos es el bien.
Así es nuestro buen Dios. En el libro de Jeremías Dios dirá a su pueblo: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
En su bondad, no puede dejar que el rebelde siga su camino sin pararlo, aunque esto le cause dolor. Sin embargo, en medio del dolor, Dios siempre está ahí, cuidando y pacientemente esperando que nos demos cuenta y vengamos a Él arrepentidos y deseosos de su comunión.
¿Has estado huyendo de Dios? ¿O quizás amas a alguien que está alejado del Señor? No temas, Dios está a la distancia de un brazo extendido, está atento al clamor de aquellos que arrepentidos vienen a Él. Te animo a que si estás huyendo de Dios y no has visto las victorias que Él te da, que vayas a Él y disfrutes de su comunión y buena voluntad. Si estás orando por alguien que está huyendo, te animo a confiar en Dios y no temer, porque Dios está interesado en sus almas. Continúa orando y amando, confiando en el Señor.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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