Profetas menores-156 Los pequeños pero importantes libros proféticos
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Para terminar el Antiguo Testamento nos queda leer doce pequeños libros proféticos, escritos por hombres escogidos por Dios para compartir el mensaje divino al pueblo de Dios y a otros...
show moreAl estudiar la profecía de estos libros vamos a aprovechar para hacer un repaso de la historia que ya hemos visto y concluir el mensaje que Dios dejó al mundo siglos antes de que enviara a Jesús el Salvador. Nuestro estudio del Antiguo Testamento nos llevará a completar este año de estudio de la Biblia. No hemos llegado a la segunda mitad de las Escrituras este año, pero espero poder estudiarlo en el año entrante y me encantaría que me acompañaras. Todo lo visto durante este año nos ha preparado para poder entender mejor la segunda parte de la Palabra que Dios nos ha dado para que podamos conocerle.
Hagamos un repaso histórico de lo que hemos visto a través de este año sobre el pueblo de Israel y la tribu de Judá, para ubicar a estos siervos de Dios en su contexto histórico y hacer que todo lo que hemos visto hasta ahora cobre aún mayor sentido.
Dios prometió a Abraham que de su simiente saldría una nación, la cual sería numerosa como la arena del mar y como las estrellas del universo. El pueblo elegido por Dios para llevar Su nombre vino a partir de Isaac, el hijo de la promesa, y su hijo Jacob tuvo un cambio de nombre, de donde el pueblo de Dios fue llamado Israel hasta hoy día. Israel vivió años de relación con Dios teñidos por la continua desobediencia del pueblo, en medio de la cual Dios siempre tendió la mano al arrepentimiento de su pueblo y la renovación de esta relación. Dios los sacó de innumerables desastres en los que el pueblo se metía por su rebeldía. Viendo que los pueblos de alrededor tenían reyes que los dirigían, el pueblo pidió rey, y tras la advertencia de Dios de lo que esto significaría para ellos, les dio a Saúl como primer rey de Israel. Tras él les dio a David, un hombre que a pesar de sus fallos, buscaba agradar a Dios; después de él reinó Salomón, el cual edificó el mayor templo que Jerusalén jamás ha visto.
A la muerte de este, y con Roboam en el trono, el reino se dividió tras una guerra civil, en el 922 aC, dejando a la tribu de Judá, la de la linea del rey David, al sur del territorio y las otras tribus al norte, bajo el nombre de Israel. De ahí en adelante vemos que los reyes del pueblo de Dios se solapan, los de las tribus de Israel por un lado y los de la tribu de Judá (junto con Benjamín) por otro. Es aquí donde es fácil perderse con tantos reyes a uno y otro lado.
Durante años Dios había hablado a su pueblo a través de varios profetas : Samuel, Natán, Jehú, Elías, Micaías, Eliseo y algunos otros. Cuando vimos los libros de historia de los Reyes presentamos algunos de estos profetas y sus mensajes.
A partir del 790 aC, durante el reinado de Joás en Judá y el rey malo que llevaba el mismo nombre en Israel comenzamos a ver a los profetas cuyos libros aparecen en la sección profética de la Sagradas escrituras. Probablemente durante esta época se escribieran los libros de Joel y Abdías, aunque estos dos libros no están fechados y hay quien los quisiera colocar más tarde. Joel proclama el juicio venidero para Israel y Abdías anuncia juicio sobre Edom, los descendientes de Esaú, por regocijarse en la desgracia de Israel.
Casi un siglo más tarde, para el 790 aC, el profeta Jonás, en el reino del norte, fue enviado a predicar a Nínive, capital del imperio Asirio, para avisarles de que si seguían con su pecado, serían destruidos, pero que si se arrepentían, Dios mostraría misericordia. Puesto que los asirios eran enemigos del pueblo de Dios, y conocidos por su crueldad, el profeta Jonás no quería ir, y vemos que huyó para no ir a predicarles, pero después de un encuentro con Dios fue a dar el mensaje y el pueblo de Nínive se arrepintió.
Setenta años después, sin embargo, en el 722 aC, Asiria conquistó el reino del norte. La violencia e injusticia que reinaba antes de que Nínive se arrepintiera había resurgido, y un siglo y medio después del mensaje de Jonás, el profeta Nahúm traía profecía de la destrucción de esta nación violenta e injusta. Esta vez, no hubo arrepentimiento y el juicio vino sobre Nínive.
Amós, Oseas y Miqueas profetizaron en la misma linea que Isaías durante el siglo VIII aC, antes de la caída del reino del norte. Amós vivió unos años antes, alrededor del 760 aC al sur de Israel; Oseas vivió en el norte, por el 750 aC. Ambos traían mensajes de amonestación al pueblo de Israel. Amós enfatiza la práctica de la justicia, y cómo un pueblo que confiesa a Dios debería demostrar justicia y equidad. Les dice que si tuvieran una relación con Dios, vivirían una vida justa y sin hipocresía. Como no vivían así, una nación poderosa vendría y traerían el día del juicio contra ellos. Oseas presentó su mensaje con su propia vida, mostrando cómo Israel ha sido infiel a Dios, mas Dios, en su misericordia, perdonará y rescatará a Israel.
Miqueas vivió por el 740 aC. Isaías ya estaba ejerciendo su ministerio en Jerusalén en esta época, durante el reinado de Jotán, Acaz, Ezequías y Manasés. Entendemos que el profeta Miqueas fue contemporáneo de Isaías, también al sur de Israel, pero no en Jerusalén. Miqueas profetizó juicio, exponiendo la idea de que el juicio de Dios es necesario y justo, mas por la gracia de Dios es pasajero; sin embargo, su bondad y misericordia son eternas, presentes incluso durante el mismo castigo.
La situación histórica donde ejercieron su trabajo estos cuatro profetas era similar, justo antes y durante la conquista de las tribus de Israel por el ejército asirio. Asiria invadió el territorio de Israel y se llevó cautivas las tribus del norte como los profetas habían anunciado.
La dispersión de las diez tribus del norte debería haber sido una lección de advertencia para las tribus del sur. Isaías ya había avisado de que Asiria conquistaría Israel, y lo había hecho, pero también había advertido que Babilonia destruiría Jerusalén si Judá no se volvía a Dios. Y Judá mantuvo su postura rebelde.
Durante un siglo más, del 650 al 550 antes de Cristo, Dios mandó a Judá profetas que les exhortaran a buscar a Dios, advirtiendo de la destrucción que se les venía encima. Sofonías, Jeremías, Habacuc, Daniel y Ezequiel estuvieron durante este tiempo predicando la palabra de Dios a un pueblo que no quiso escuchar. Babilonia vino, llevando cautivos a muchos y destrozando Jerusalén. Daniel y Ezequiel, desde el exilio, en Babilonia, continuaron compartiendo el mensaje de Dios a su pueblo, dejando preciosas promesas para aquellos que pusieran su fe en Dios.
Durante este tiempo vemos por ejemplo que el rey Josías, al encontrar la palabra de Dios intentó hacer reformas en el pueblo desde el gobierno, mas los cambios no llegaron al corazón de la gente. Después de este, Joacim rechazó el mensaje de Jeremías quemando el rollo que contenía los escritos. Menos mal que Dios le volvió a dar el mensaje al profeta y su escriba Baruc lo volvió a escribir.
Hageo y Zacarías profetizaron cuando los persas controlaban el territorio de Israel. Dieron el mensaje al pueblo que había vuelto a Jerusalén, y todavía no había reconstruido el templo. Vemos la historia de estos acontecimientos en los libros históricos de Nehemías y Esdras, animando al pueblo a buscar a Dios seriamente y organizar sus prioridades, porque el rey Mesías vendría.
Malaquías, el último de los profetas del Antiguo Testamento presentó su mensaje alrededor del 450 aC. cien años desde el regreso de los exiliados de Babilonia a Jerusalén. El pueblo se había establecido en la tierra, y se había acomodado, dejando a Dios de lado. La generación que había construido el templo bajo el liderazgo de Nehemías, Esdras y Zorobabel no había permanecido fiel a Dios. Tanto el pueblo como los líderes habían despreciado a Dios, no habiendo aprendido nada de los años de exilio. Tenían la promesa de un rey mesiánico que los salvaría y los guiaría, mas estaban ciegos a sus propios pecados y necesidad. Zacarías
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Author | David y Maribel |
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