RG-09 La carne y el Espíritu
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La carne y el Espíritu La Biblia nos muestra, a través de las epístolas de Pablo, el contraste entre la carne y el Espíritu. Cuando nacemos, llegamos a este mundo...
show moreLa Biblia nos muestra, a través de las epístolas de Pablo, el contraste entre la carne y el Espíritu.
Cuando nacemos, llegamos a este mundo en carne y hueso, con un cuerpo físico que recubre durante toda nuestra existencia aquí en la Tierra un alma diseñada, como ya hemos visto, para tener comunión con Dios y con nuestro prójimo. Este cuerpo es una bendición, porque nos permite realizar actividades necesarias y agradables, pero a causa del pecado universal, también puede llegar a ser una carga cuando sentimos molestias y debilidad. El mismo cuerpo y alma que nos permite servir a Dios en buenas obras, a causa del pecado nos puede tentar a pecar contra Él y contra el prójimo. Es un conflicto que nos acompaña durante toda nuestra vida.
Lo glorioso es que, como vemos en Efesios, Dios no solamente nos creó cuerpo y alma en el principio, sino que a aquellos que clamamos a Él para salvación, nos ha adoptado en Cristo. En Él, leemos en Efesios 1:13, “también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.”
Por la obra de Cristo, en el momento de la salvación, dejamos de depender enteramente de un cuerpo y alma dañados por el pecado, y recibimos el Espíritu de la promesa, como señal de la herencia que nos espera, nos dice Efesios.
A partir de ese momento, ya no somos esclavos del pecado que reinaba en nuestros corazones. Romanos 6 nos dice que los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos muerto al pecado y resucitado a una vida nueva en Cristo. Así también vosotros, nos dice el versículo 11, “consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.”
Ahora no somos esclavos de las obras de la carne, y tenemos libertad para vivir en el Espíritu.
Seguimos teniendo el mismo cuerpo material, con sus achaques y tentaciones, pero ahora tenemos el Espíritu que resucitó a Cristo de la tumba. Este espíritu es el que nos da vida, nos recuerda Romanos 8:11.
Así que ya no vivimos para la carne, sino en el Espíritu; vivimos para agradar a Dios que nos salvó.
¿Qué significa esto para nosotros en el día a día? Leemos en Romanos 8:5-6 “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”
La carne para poco aprovecha; lo presente es efímero, pasajero, ya sea bueno o malo; mas aquello que permanece para siempre es lo espiritual. Es por ello que Pablo dice a los Colosenses: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” Col.3:1-4
Atendemos a este cuerpo para estar sanos y fuertes, porque con él podemos servir a Dios y al prójimo, pero no descuidamos las cosas del Espíritu,
“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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