RG-52 El ejercicio físico
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El ejercício físico es importante para vivir una vida saludable. Este, unido a una dieta que alimente el cuerpo de forma eficaz normalmente proporciona salud a nuestro cuerpo y nos...
show moreLa Biblia menciona el ejercício físico, aunque no da instrucciones sobre cómo llevarlo a cabo. Esto es porque la Palabra de Dios pone el énfasis en el crecimiento espiritual. 1 Timoteo 4:8 dice: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.”
Este versículo da por entendido que el ejercício corporal tiene beneficios en esta vida, pero estos beneficios no se extienden a la vida eterna que nos aguarda. Es por esto que Pablo le dice a Timoteo que el ejercício corporal aprovecha un poco. Curiosamente Pablo también menciona que Timoteo tenía algunas molestias digestivas. La dieta, como el ejercício, es provechosa para esta vida solamente. Pablo dice en 1 Corintios 6:13: “Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos, pero Dios destruirá a los dos”, refiriéndose que estos no son eternos.
Este joven pastor debía cuidarse para poder ministrar bien la Palabra, y entendía claramente que la dieta y el ejercicio no debían ser su principal objetivo.
Del mismo modo, cada una de nosotras debemos cuidar el cuerpo lo suficiente para que podamos desarrollar la labor que Dios tiene para nosotras aquí en esta vida de la mejor forma, poniendo siempre la vista en las cosas de arriba, las que son eternas.
En los tiempos antiguos, el ejercício físico era algo que se llevaba a cabo sin demasiada planificación. La gente caminaba de un lado a otro, y ejercía trabajos que requerían mucho esfuerzo físico. No tenía todos los recursos que nosotros tenemos hoy día, ni las comodidades de las que disfrutamos.
Claro que también había gente que se dedicaba a correr y realizar otros ejercicios. Siempre me ha llamado la atención la labor de los mensajeros en tiempos antiguos. Estos debían correr largas distancias o quizás montar a caballo para dar recados a un lado y a otro. Debían estar en forma para realizar su trabajo. Pero sabemos que en el ámbito cotidiano las mujeres solían salir al pozo a las afueras de la ciudad a rellenar sus cántaros, la gente cultivaba sus propios huertos y se realizaba mucho más ejercicio durante sus labores cotidianas. Me llama la atención en el relato de la resurrección de Cristo, que los discípulos se echaron una carrera para llegar a la tumba de su Señor, y unos demostraron estar en mejor forma que otros.
Hoy día vivimos una época de la historia en la que vemos la tentación de llegar a extremos. Con el ejercicio corporal y la dieta por ejemplo, tenemos por un lado a los que hacen del ocio su dios y no realizan ningún ejercício. Estos no se cuidan hasta que el médico les advierte de algún peligro de enfermedad. Por otro lado están los que literalmente dan culto a su cuerpo. Estos dedican horas y dinero para darle forma al cuerpo. Se privan de todo lo que haga falta y se dedican totalmente a mejorar su salud y aspecto físico para compararse con otros. Ninguno de los dos extremos es agradable a Dios.
En la Biblia podemos ver mención a ambos extremos. Como ejemplo de sedentarismo me viene a la mente el sacerdote Elí. Este tenía una tarea que podía ejercer sin mucho esfuerzo físico, y encontramos en 1 Samuel 4 a un hombre de edad avanzada, obeso, sentado en su silla. Elí había descuidado mucho más que su cuerpo; este había permitido que sus hijos blasfemaran contra el nombre de Dios, y no les había amonestado. Dios denuncia en ocasiones a su pueblo por su dejadez, utilizando la gordura para describirlos. (Deuteronomio 32:15 y Jeremías 5:28) Sin duda el sobrepeso y la inactividad no es algo que Dios alaba. Y como cristianas, deberíamos cuidar el cuerpo que Dios nos ha dado porque este es el templo el Espíritu, como nos dice 1 Corintios 6:19.
Dios también habla duramente a los que adoran al cuerpo más que a Dios. (Romanos 1:25) Es triste ver a cristianos que muestran más fidelidad al gimnasio que a la iglesia. Pero recordemos que todo el benefício del ejercício físico es vano. Cuando llegue la edad avanzada, todo lo trabajado comenzará a desaparecer, y después de muertos, no habrá diferencia entre el cuerpo del que ejercita más y el que ejercita menos.
Basándonos en lo que hemos visto, entendemos que debemos practicar ejercicio lo suficiente como para mantener el cuerpo sano, pero el ejercício no debe tomar un lugar preferente en nuestras vidas. Disfrutemos el poco provecho del ejercício, y pidamos a Dios que seamos fortalecidas en nuestro espíritu cada día, para la gloria de Su nombre.
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Author | David y Maribel |
Organization | David y Maribel |
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