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Un versículo de la Biblia junto con una meditación y una aplicación.
25 NOV 2024 · «Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.» (Ezequiel 2:8)
Dios envió a su profeta Ezequiel a predicar su mensaje a los cautivos rebeldes en Babilonia. No era un trabajo fácil, pero Dios prometió dar al profeta fuerzas para llevar a cabo su ministerio (3:8). No obstante, después de recibir una visión de Dios (capítulo 1) y una comisión como profeta, encontramos a Ezequiel sentado y perplejo entre los cautivos durante siete días (3:15). Así que Dios vuelve a hablar con él para explicarle la responsabilidad que tiene como atalaya. Saber del peligro y no avisar a los demás es ser responsable de su muerte, pero anunciar el peligro transfiere esta responsabilidad al oyente. El punto principal de Dios es llevar al profeta a ver que hay dos tipos de rebeldía contra Dios. Por un lado está la rebeldía abierta de los que violan los principios de Dios por su propio orgullo, pero por otro lado, una rebeldía disfrazada cuando la persona resiste hacer lo que Dios le ha llamado a hacer. La insistencia de Dios en los primeros capítulos de Ezequiel surgieren que Ezequiel luchaba con este tipo de rebeldía. Nosotros también podemos ser rebeldes de esta misma manera. Igual nos consolamos con el pensamiento que no pecamos como rebeldes abiertos ante Dios, pero ¿estamos resistiendo hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer? Por medio de su Espíritu Santo, Dios dará la fuerza y la capacidad para hacer todo lo que nos ha llamado para hacer.
¿Qué es lo que Dios quiere hacer en y por medio de nuestras vidas? No seamos rebeldes a su voluntad. (David Bell)
23 NOV 2024 · «El aliento de nuestras vidas, el ungido de Jehová, De quien habíamos dicho: A su sombra tendremos vida entre las naciones, fue apresado en sus lazos.» (Lamentaciones 4:20)
El libro de lamentaciones contiene oraciones de lamento y arrepentimiento que ofrece el profeta Jeremías a favor de los habitantes de Jerusalén tras el cautiverio. Al final de la poesía del capítulo 4, el profeta confiesa su confianza equivocada. Ellos habían mirado hacia su rey para protegerles y liberarles de sus enemigos. Sedequías era un ungido, o literalmente un mesías, de Jehová, el que Jeremías describe como el aliento de nuestras vidas. Emplea aquí la misma frase de la creación de Adán, el soplo de vida que recibió Adán que le convirtió en ser viviente, la imagen y semejanza de Dios. Jerusalén se había cobijado en la sombra protectora de sus reyes, creyendo que nada malo les podría ocurrir. No obstante, cuando vieron a Sedequías encadenado, cegado y llevado al cautiverio, se dieron cuenta del error de confiar en el brazo de la carne. Pero en estas palabras logramos un destello del verdadero Mesías, el que es el verdadero aliento de nuestras vidas, el que nos toma bajo su sombra protectora, como una gallina junta sus polluelos (Lucas 13:34), Jesús, el Hijo de Dios. Satanás pensaba apresarlo en sus lazos, pero Jesús resucitó glorioso de la tumba, sellando su victoria y también la de todo aquel que pone su confianza en Él.
Hoy busquemos mantener nuestros ojos en nuestro gran Mesías. Los que confían en Él jamás serán avergonzados. (David Bell)
22 NOV 2024 · «Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré.» (Lamentaciones 3:24)
La tristeza de Lamentaciones nos recuerda a veces de los discursos de Job en su sufrimiento. Hay momentos en que Jeremías expresa su dolor y su lucha por comprender la situación en que se encuentra en casi el mismo lenguaje poético que encontramos en Job. Por ejemplo, en el 3:12-13 dice «Entesó su arco, y me puso como blanco para la saeta. Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba» (ver Job 7:20). Al profeta le parecía que Dios estaba usando la nación para hacer prácticas de tiro. Pero de repente el tono cambia y escuchamos la confianza de Jeremías. Reconoce que Dios es su porción, su herencia. Frente a la tentación de quejarse de Dios y sentirse abandonado, habla a sí mismo de Dios como su única posesión. Por lo tanto, lo mejor que puede hacer es esperar en Dios. Dos versículo más adelante continúa: «Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová» (2:26). Este consejo nos conviene cuando estamos en momentos de dificultad. Nuestra tentación siempre es quejarnos de lo que no comprendemos. Pero el peligro de la queja es que mientras estamos quejándonos no podemos escuchar a Dios. Lo que más nos conviene en las dificultades de la vida es reconocer que Dios es nuestra porción y esperar en reverente silencio para que Él cumpla su voluntad en nosotros.
Si hemos aceptado el sacrificio de Cristo en la cruz en nuestro lugar, Dios es nuestra porción. Por lo tanto, sigamos confiando en Él, sabiendo que jamás nos abandonará ni nos desamparara (Hebreos 13:5). (David Bell)
21 NOV 2024 · «Tus profetas vieron para ti vanidad y locura; Y no descubrieron tu pecado para impedir tu cautiverio, Sino que te predicaron vanas profecías y extravíos.» (Lamentaciones 2:14)
La triste situación del juicio contra Jerusalén en parte tenía que ver con los falsos profetas. Dieron al pueblo una falsa esperanza, haciéndoles pensar que estaban bien con su Dios y que jamás podría ocurrir nada malo. Después de todo, decían, Dios no iba a dejar que su templo cayera en manos de los gentiles. Paz y prosperidad predicaban al pueblo y el pueblo escogió ese mensaje por encima de la verdad que predicaban los verdaderos profetas como Jeremías y Ezequiel. Estas falsas visiones se describen aquí como vanidad y locura. Al final del versículo repite el pensamiento y describe las profecías como vanas e incluso extravíos. Los profetas estaban engañando al pueblo con palabras vacías que agradaban, pero tendrían que haber predicado la verdad para que el pueblo se arrepintiera y encontrara misericordia de Dios. El profeta debería haber actuado como un médico que avisa de enfermedad para que se pueda tratar, en vez de ocultarla y engañar al paciente supuestamente por “compasión” para que el paciente no sufra. La Biblia es nuestro profeta y si la leemos bien, nos habla claramente de la verdad, descubriendo el pecado y señalando el camino correcto. En su misericordia, Dios nos ha hablado toda la verdad que necesitamos escuchar.
Escuchemos con atención lo que Dios tiene para nosotros hoy en la Palabra. Su mensaje no es vanidad ni extravíos. (David Bell)
20 NOV 2024 · «Porque vino destruidor contra ella, contra Babilonia, y sus valientes fueron apresados; el arco de ellos fue quebrado; porque Jehová, Dios de retribuciones, dará la paga.» (Jeremías 51:56)
El último mensaje profético del libro de Jeremías es para Babilonia, la espada que Dios usó para juzgar a su pueblo. Jeremías profetizó que Dios también les juzgaría por sus propios pecados, y los destruidores también serían destruidos. La explicación es simple: Dios es un Dios de retribuciones. No puede ignorar u olvidarse de dar la paga que merece cada uno. Dios es perfecta justicia y jamás puede violar esta justicia. No habrá ningún pecado humano que se ignore o que se escape del castigo justo. En un principio, esta visión de un Dios omnisciente e implacable es aterradora para pecadores como nosotros. Si, como leemos en el Nuevo Testamento, que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), no habrá escapatoria: todos estamos y estaremos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Pero allí entra el mensaje glorioso del evangelio. El perfecto Hijo de Dios sufrió la retribución de nuestros pecados por nosotros. Dios dio la paga que merecíamos, pero la dio a Cristo en vez de a nosotros. Y así nosotros recibimos el derecho de ser contados por hijos de Dios. Pero para cada uno que rechaza el sacrificio de Cristo en la cruz, no queda otra esperanza que la justa ira de Dios contra todos sus pecados.
El evangelio trae gran gozo al corazón del pecador rescatado por la pura gracia de Dios. Pero también debe motivarnos a compartir este mensaje con los que todavía viven bajo la terrible retribución que les espera. (David Bell)
19 NOV 2024 · «Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada.» (Jeremías 48:10)
En esta sección del libro, Dios envía al profeta mensajes de juicio contra las naciones vecinas de Israel. Ellos habían sido testigos de la ira de Dios contra su pueblo, y fácilmente podrían pensar que eran superiores, ya que ellos no estaban experimentando el juicio que había caído sobre Jerusalén. Cuando Dios pronuncia el juicio sobre Moab, añade esta frase curiosa: una maldición sobre la persona que no se aplica de todo corazón en llevar acabo la obra de Dios. Este lenguaje nos recuerda la historia de Saúl y los amalecitas (1 Samuel 15). En vez de ejecutar la justa sentencia de Dios sobre ellos, Saúl decidió salvar los animales y al rey. La maldición que le cayó por su desobediencia era la rotura del reino y el final de su dinastía. Pero este texto también me recuerda del Mesías que vino para hacer perfectamente la voluntad de Dios (Salmo 40:8). Especialmente me recuerda de aquel día en el templo cuando Jesús limpió el templo de todos los que se estaban aprovechando de la religión para hacer negocio. Los discípulos lo reconocieron como el celo de la casa de Dios (Juan 2:17 y Salmo 69:9). Pero realmente Jesús el ejemplo perfecto de hacer diligentemente la voluntad de Dios, lo opuesto de hacer indolentemente la obra de Jehová.
Apliquémonos diligentemente en todo lo que es la voluntad de Dios para nosotros hoy, haciendo de todo corazón lo que nos ha llamado a hacer, vivir el mensaje del evangelio ante un mundo perdido. (David Bell)
18 NOV 2024 · «¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques; porque he aquí que yo traigo mal sobre toda carne, ha dicho Jehová; pero a ti te daré tu vida por botín en todos los lugares adonde fueres.» (Jeremías 45:5)
Baruc, el secretario del profeta Jeremías, cayó en un error muy sutil. Mientras asistía al profeta de Dios con el ministerio de la Palabra, empezó a imaginar para sí lo que el texto describe como grandezas. No sabemos exactamente a qué se refiere, pero Dios intervino un día con un mensaje para el asistente del profeta, un mensaje corto pero contundente. ¡No las busques! El peligro de las grandezas que buscaba Baruc está en el conflicto con la voluntad de Dios. Somos capaces de hacer planes y tener sueños que no son compatibles con la voluntad de Dios. Nos podemos poner en un lugar de tensión y abrirnos a la frustración y amargura cuando vemos que Dios no está actuando según nuestros planes, según lo que desde nuestro punto de vista sería la mejor manera de obrar en una determinada circunstancia. Es precisamente por eso que Cristo nos enseñó a incluir en la oración una petición por la voluntad de Dios. Así nos obliga a recordar que en vez de buscar para nosotros grandezas, debemos buscar la voluntad de Dios. Y lo mejor de todo es que la voluntad de Dios es realmente mejor que todas las grandezas que podríamos haber buscado.
En oración esta mañana, pidamos seriamente por la voluntad de Dios. Dejemos que Dios haga las cosas grandes que le glorificarán y que nos use en estos asuntos según su voluntad. (David Bell)
16 NOV 2024 · «Porque ciertamente te libraré, y no caerás a espada, sino que tu vida te será por botín, porque tuviste confianza en mí, dice Jehová.» (Jeremías 39:18)
El profeta Jeremías no era muy popular en Jerusalén. Advertía a los moradores de la ciudad que la única forma de preservar sus vidas era entregarse a los ejércitos de Nabucodonosor. Los príncipes en Jerusalén llegaron a echar a Jeremías en una cisterna para callarle. Solo y sin comida en el lodo y la oscuridad, Jeremías creía que estaba a punto de morir. Pero gracias a la intercesión ante el rey de un etíope, siervo del rey (38:7), Jeremías no murió, y cuando la ciudad por fin cayó en manos de los babilonios, tal como Jeremías había profetizado, Dios prometió librar a aquel etíope de la muerte. Ahora, es importante notar que Dios no prometió salvar la vida del etíope para compensarle por el favor hecho al profeta. Más bien, Dios dice sencillamente que le entrega su vida por botín —el premio de los soldados victoriosos después de la batalla— porque había confiado en Dios. Esta promesa profética al etíope, siervo del rey, me recuerda otra promesa a otro etíope, funcionario de la reina. Felipe le predicó el mensaje del evangelio en el desierto y aquel etíope también puso su confianza en Dios. En ese momento, él también recibió la promesa de tener su vida como botín, pero no su vida física que sólo duraría unos años, sino una vida eterna en la presencia de su Señor.
Todos nosotros que hemos confiado en Dios para nuestra salvación sabemos que cuando acabe todas las batallas de esta vida, el Señor nos librará y nos dará la vida eterna como nuestro botín, no porque la merezcamos sino porque tuvimos confianza en Él. (David Bell)
15 NOV 2024 · «También mandó el rey a Jerameel hijo de Hamelec, a Seraías hijo de Azriel y a Selemías hijo de Abdeel, para que prendiesen a Baruc el escribiente y al profeta Jeremías; pero Jehová los escondió» (Jeremías 36:26)
En el cuarto año del rey Joacim, un año clave en el libro de Jeremías (25:1; 36:1; 45:1), Dios pidió a Jeremías que escribiera una serie de profecías en un rollo de libro. El año siguiente cuando se proclamó un ayuno y todo el pueblo subió a Jerusalén, Jeremías mandó a Baruc, su escriba, a leer estas profecías ante el pueblo, ya que él no era bienvenido en el templo debido a sus sermones anteriores. Un tal Micaías escuchó el mensaje que leyó Baruc y lo comentó con los príncipes del templo, los cuales invitaron a Baruc a leer el rollo otra vez para ellos. Cuando escucharon el mensaje, decidieron que el rey también debería escucharlo. Pero conociendo el carácter del rey, dieron primero un consejo a Baruc: “Ve y escóndete, tú y Jeremías, y nadie sepa dónde estáis” (36:19). Efectivamente, el rey no reaccionó bien ante la Palabra de Dios. Ignorando los ruegos de sus siervos, el rey cortó el rollo en tiras y las echó al fuego. Acto seguido, mandó a sus siervos a prender a Baruc y a Jeremías. Pero no los pudieron encontrar porque Dios los había escondido. Dios sabe proteger a los suyos, tal como había prometido: “No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová” (1:8).
Podemos confiar en las promesas de Dios tal como lo hizo el apóstol Pablo: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial” (2 Timoteo 4:18a).
14 NOV 2024 · «¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;» (Jeremías 32:17)
El pobre Jeremías estaba encerrado en la cárcel injustamente por haber predicado la verdad cuando lo visitó su primo. Podría haber sido una visita de compasión, pero era una visita de negocios. El primo del profeta vino para pedir que Jeremías redimiera una heredad. Esta práctica establecida en la ley permitía que un familiar ayudara a otro miembro de la familia al comprar los derechos de labrar un campo durante unos años. Pero en este caso, ¿cuándo iba a poder labrar ese campo Jeremías? Había predicado claramente que la nación no se iba a escapar de la mano de sus enemigos y que el pueblo terminaría cautivo en Babilonia. No obstante, Dios le había dicho que lo redimiera y Jeremías obedeció. Dios tenía su propósito en aquella transacción, pero no se lo dijo claramente a Jeremías y tampoco lo ha revelado a nosotros. Lo que sí vemos es un ejemplo de fe y obediencia en la vida de Jeremías. Lo primero que hace el profeta es orar al Señor, alabando su gran poder. No hay nada que sea difícil para Dios. Hay veces que no entendemos la voluntad de Dios revelada en su Palabra. Nos puede parecer incluso imposible que haya algo de provecho de esa situación. Pero Dios nos ha dado el ejemplo de la fe de Jeremías para que lo sigamos.
Armados de fe y alabanza, seamos obedientes a la voluntad de Dios revelada en su Palabra. (David Bell)
Un versículo de la Biblia junto con una meditación y una aplicación.
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